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La Segunda Venida y el Cielo
la obra de redención y unen sus voces al cántico de alabanza.—
El
Conflicto de los Siglos, 705, 706
.
Delante del Cordero sobre el mar de vidrio
—Delante del
trono, sobre el mar de cristal—ese mar de vidrio que parece re-
vuelto con fuego por lo mucho que resplandece con la gloria de
Dios—hállase reunida la compañía de los que salieron victoriosos
“de la bestia, y de su imagen, y de su señal, y del número de su
nombre”. Con el Cordero en el monte de Sión “teniendo las arpas
de Dios”, están en pie los ciento cuarenta y cuatro mil que fueron
redimidos de entre los hombres; se oye una voz, como el estruendo
de muchas aguas y como el estruendo de un gran trueno, “una voz
de tañedores de arpas que tañían con sus arpas”. Cantan “un cántico
nuevo” delante del trono, un cántico que nadie podía aprender sino
aquellos ciento cuarenta y cuatro mil. Es el cántico de Moisés y del
Cordero, un canto de liberación. Ninguno sino los ciento cuaren-
ta y cuatro mil pueden aprender aquel cántico, pues es el cántico
de su experiencia—una experiencia que ninguna otra compañía ha
conocido jamás. Son “éstos, los que siguen al Cordero por donde
quiera que fuere”. Habiendo sido trasladados de la tierra, de entre
los vivos, son contados por “primicias para Dios y para el Cordero”.
Apocalipsis 15:2, 3
;
14:1-5
. “Estos son los que han venido de grande
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tribulación”; han pasado por el tiempo de angustia cual nunca ha
sido desde que ha habido nación; han sentido la angustia del tiempo
de la aflicción de Jacob; han estado sin intercesor durante el derrama-
miento final de los juicios de Dios. Pero han sido librados, pues “han
lavado sus ropas, y las han blanqueado en la sangre del Cordero”.
“En sus bocas no ha sido hallado engaño; están sin mácula” delante
de Dios. “Por esto están delante del trono de Dios, y le sirven día
y noche en su templo; y el que está sentado sobre el trono tenderá
su pabellón sobre ellos”.
Apocalipsis 7:14, 15
. Han visto la tierra
asolada con hambre y pestilencia, al sol que tenía el poder de quemar
a los hombres con un intenso calor, y ellos mismos han soportado
padecimientos, hambre y sed. Pero “no tendrán más hambre, ni sed,
y el sol no caerá sobre ellos, ni otro ningún calor. Porque el Cordero
que está en medio del trono los pastoreará, y los guiará a fuentes
vivas de aguas: y Dios limpiará toda lágrima de los ojos de ellos”.
Apocalipsis 7:14-17
.—
El Conflicto de los Siglos, 706, 707
.
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