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La Segunda Venida y el Cielo
cielo. El cielo sería para él un lugar de tortura. Ansiaría ocultarse
de la presencia de Aquel que es su luz y el centro de su gozo. No
es un decreto arbitrario de parte de Dios el que excluye del cielo a
los malvados: ellos mismos se han cerrado las puertas por su propia
ineptitud para aquella compañía. La gloria de Dios sería para ellos
un fuego consumidor. Desearían ser destruidos para esconderse del
rostro de Aquel que murió por salvarlos.—
El Camino a Cristo, 17,
18
.
Vida social armoniosa. Allí los redimidos conocerán como son
conocidos. Los sentimientos de amor y simpatía que el mismo Dios
implantó en el alma, se desahogarán del modo más completo y más
dulce. El trato puro con seres santos, la vida social y armoniosa
con los ángeles bienaventurados y con los fieles de todas las edades
que lavaron sus vestiduras y las emblanquecieron en la sangre del
Cordero, los lazos sagrados que unen a “toda la familia en los cielos,
y en la tierra”—todo eso constituye la dicha de los redimidos.—
El
Hogar Cristiano, 492, 493
.
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