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La Segunda Venida y el Cielo
había quebrado el pan con ellos; que había estado con ellos en sus
barcos sobre el lago; y que ese mismo día había subido con ellos
hasta la cumbre del monte de las Olivas, el mismo Jesús había ido a
participar del trono de su Padre. Y los ángeles les habían asegurado
que este mismo Jesús a quien habían visto subir al cielo, vendría
otra vez como había ascendido. Vendrá “con las nubes, y todo ojo
le verá”.
Apocalipsis 1:7
. “El mismo Señor con aclamación, con
voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los
muertos en Cristo resucitarán”.
1 Tesalonicenses 4:16
. “Cuando el
Hijo del hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con
él, entonces se sentará sobre el trono de su gloria”.
Mateo 25:31
. Así
se cumplirá la promesa que el Señor hizo a sus discípulos: “Y si me
fuere, y os aparejare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo:
para que donde yo estoy, vosotros también estéis”.
Juan 14:3
. Bien
podían los discípulos regocijarse en la esperanza del regreso de su
Señor.—
El Deseado de Todas las Gentes, 771, 772
.
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Los discípulos estaban todavía mirando fervientemente hacia
el cielo cuando “he aquí, dos varones se pusieron junto a ellos en
vestidos blancos; los cuales también les dijeron: Varones Galileos,
¿qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús que ha sido tomado
desde vosotros arriba en el cielo, así vendrá como le habéis visto ir
al cielo”.
Hechos 1:10, 11
.
La promesa de la segunda venida de Cristo habría de mantenerse
siempre fresca en las mentes de sus discípulos. El mismo Jesús a
quien ellos habían visto ascender al cielo, vendría otra vez, para lle-
var consigo a aquellos que aquí estuvieran entregados a su servicio.
La misma voz que les había dicho: “He aquí, yo estoy con vosotros
todos los días, hasta el fin del mundo”, les daría la bienvenida a su
presencia en el reino celestial.—
Los Hechos de los Apóstoles, 27
.
Le veremos como él es
—Cuando los hijos de Dios hayan re-
cibido la inmortalidad, le verán “como él es”.
1 Juan 3:2
. Estarán
delante del trono, aceptos en el Amado. Todos sus pecados habrán
sido borrados, todas sus transgresiones expiadas. Entonces podrán
mirar sin velo la gloria del trono de Dios. Habrán participado con
Cristo en sus sufrimientos, habrán trabajado con él en el plan de
la salvación, y participarán con él del gozo de ver las almas sal-
vadas en el reino de Dios, para alabar allí a Dios durante toda la
eternidad.—
Joyas de los Testimonios 3:432
.