Página 56 - La Segunda Venida y el Cielo (2003)

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La Segunda Venida y el Cielo
El destino sellado en la segunda venida
—Se están populari-
zando rápidamente las fábulas de que no hay diablo literal alguno y
de que habrá un tiempo de prueba después de la venida de Cristo.
Las Escrituras aseveran claramente que el destino de toda persona
quedará fijado para siempre al momento de la venida del Señor.
“El que es injusto, sea injusto todavía: y el que es sucio, ensúciese
todavía: y el que es justo, sea todavía justificado: y el santo sea san-
tificado todavía. Y he aquí, yo vengo presto, y mi galardón conmigo,
para recompensar a cada uno según sea su obra”.—
Testimonios
Selectos 3:48
.
Vínculo que nunca se ha de romper
—Por su vida y su muerte,
Cristo logró aun más que restaurar lo que el pecado había arruinado.
Era el propósito de Satanás conseguir una eterna separación entre
Dios y el hombre; pero en Cristo llegamos a estar más íntimamente
unidos a Dios que si nunca hubiésemos pecado. Al tomar nuestra
naturaleza, el Salvador se vinculó con la humanidad por un vínculo
que nunca se ha de romper. A través de las edades eternas, queda
ligado con nosotros. “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que
ha dado a su Hijo unigénito”. Lo dio no sólo para que llevase nues-
tros pecados y muriese como sacrificio nuestro; lo dio a la especie
caída. Para asegurarnos los beneficios de su inmutable consejo de
paz, Dios dio a su Hijo unigénito para que llegase a ser miembro de
la familia humana, y retuviese para siempre su naturaleza humana.
Tal es la garantía de que Dios cumplirá su promesa. “Un niño nos
es nacido, hijo nos es dado; y el principado sobre su hombro”. Dios
adoptó la naturaleza humana en la persona de su Hijo, y la llevó
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al más alto cielo. Es “el Hijo del hombre” quien comparte el trono
del universo. Es “el Hijo del hombre” cuyo nombre será llamado:
“Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz”.
El YO SOY es el Mediador entre Dios y la humanidad, que pone
su mano sobre ambos. El que es “santo, inocente, limpio, apartado
de los pecadores”, no se avergüenza de llamarnos hermanos. En
Cristo, la familia de la tierra y la familia del cielo están ligadas.
Cristo glorificado es nuestro hermano. El cielo está incorporado
en la humanidad, y la humanidad, envuelta en el seno del Amor
Infinito.—
El Deseado de Todas las Gentes, 17
.
Uno con la raza que ha redimido
—“Porque de tal manera amó
Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito”. Lo dio no solamente