Página 57 - La Segunda Venida y el Cielo (2003)

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Al fin cara a cara
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para que viviese entre los hombres, no sólo para que llevase los
pecados de ellos y muriese como su sacrificio; lo dio a la raza
caída. Cristo debía identificarse con los intereses y necesidades de
la humanidad. El que era uno con Dios se ha unido con los hijos
de los hombres con lazos que jamás serán quebrantados. Jesús “no
se avergüenza de llamarlos hermanos”.
Hebreos 2:11
. Es nuestro
Sacrificio, nuestro Abogado, nuestro Hermano, lleva nuestra forma
humana delante del trono del Padre, y por las edades eternas será
uno con la raza que ha redimido: es el Hijo del hombre. Y todo esto
para que el hombre fuese levantado de la ruina y degradación del
pecado, para que reflejase el amor de Dios y participase del gozo de
la santidad.—
El Camino a Cristo, 14, 15
.
La hueste redimida será su gloria principal
—En su oración
intercesora, Jesús sostuvo ante su Padre que había cumplido las
condiciones que obligan a Dios a cumplir su parte del pacto cele-
brado en el cielo respecto al hombre caído... Se declara a sí mismo
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glorificado en los que creen en él. La iglesia, en su nombre, debe
llevar a gloriosa perfección la obra comenzada por él; y cuando esa
iglesia se encuentre finalmente redimida en el Paraíso de Dios, verá
el resultado del trabajo de su alma y será saciado. Durante toda la
eternidad la hueste redimida será su gloria principal.—
Hijos e Hijas
de Dios, 298
.
Llevará consigo la humanidad por los siglos eternos
—Cristo
ascendió al cielo con una naturaleza humana santificada y santa.
Llevó esta naturaleza consigo a las cortes celestiales y la llevará por
los siglos eternos, como Aquel que ha redimido a cada ser humano
que está en la ciudad de Dios, como Aquel que ha implorado ante
el Padre: “En las palmas de mis manos los tengo esculpidos”. Las
palmas de sus manos llevan las marcas de las heridas que recibió.
Si somos heridos y lastimados, si nos encontramos con obstácu-
los que son difíciles de superar, recordemos cuánto sufrió Cristo
por nosotros. Sentémonos con nuestros hermanos en los lugares
celestiales con Cristo. Atraigamos a nuestro corazón las bendiciones
celestiales.
Jesús tomó la naturaleza humana para revelar al hombre un amor
puro y desinteresado, para enseñarnos a amarnos mutuamente.
Cristo ascendió al cielo como hombre. Como hombre es el Sus-
tituto y la Garantía de la humanidad. Como hombre vive para inter-