Página 66 - La Segunda Venida y el Cielo (2003)

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La Segunda Venida y el Cielo
Los que vienen a Dios con fe
—Dios condena justicieramente
a todo el que no hace de Cristo su Salvador personal, pero perdona
a cada alma que acude a él con fe, y la capacita para realizar las
obras de Dios y para ser una con Cristo por la fe. Jesús dice de tales
personas: “Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad
[esta unidad proporciona perfección de carácter], para que el mundo
conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como
también a mí me has amado”.
Juan 17:23
. El Señor ha provisto todo
lo necesario para que el hombre pueda alcanzar la salvación plena y
gratuita, y sea completo en él. El propósito de Dios es que sus hijos
tengan los brillantes rayos del Sol de justicia, que todos tengan la
luz de la verdad. Dios ha proporcionado la salvación al mundo a un
costo infinito, nada menos que la dádiva de su Hijo unigénito. El
apóstol pregunta: “El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que
lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él
todas las cosas?”
Romanos 8:32
. Por lo tanto, si no somos salvados,
la falta no será de Dios, sino nuestra por haber dejado de cooperar
con los instrumentos divinos. Nuestra voluntad no ha coincidido con
la voluntad de Dios.—
Mensajes Selectos 1:440
.
Los que confían en Jesús
—El que está intentando alcanzar el
cielo por sus propias obras al guardar la ley, está intentando un im-
posible. El hombre no puede ser salvado sin la obediencia, pero sus
obras no deben ser propias. Cristo debe efectuar en él tanto el querer
como el hacer la buena voluntad de Dios. Si el hombre pudiera sal-
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varse por sus propias obras, podría tener algo en sí mismo por lo cual
regocijarse. El esfuerzo que el hombre pueda hacer con su propia
fuerza para obtener la salvación está representado por la ofrenda de
Caín. Todo lo que el hombre pueda hacer sin Cristo está contami-
nado con egoísmo y pecado, pero lo que se efectúa mediante la fe
es aceptable ante Dios. El alma hace progresos cuando procuramos
ganar el cielo mediante los méritos de Cristo. Contemplando a Jesús,
el autor y consumador de nuestra fe, podemos proseguir de fortaleza
en fortaleza, de victoria en victoria, pues mediante Cristo la gracia
de Dios ha obrado nuestra completa salvación.
Sin fe es imposible agradar a Dios. La fe viviente capacita a su
poseedor para aferrarse de los méritos de Cristo, lo capacita para
obtener, del plan redentor, gran consuelo y satisfacción.—
Mensajes
Selectos 1:426, 427
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