Página 69 - La Segunda Venida y el Cielo (2003)

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¿Quiénes estarán allí?
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Si queréis ser santos en el cielo, primero debéis serlo en la tierra.
Los rasgos de carácter que acariciáis en esta vida no cambiarán
en virtud de la muerte o de la resurrección. Saldréis de la tumba
con la misma disposición que manifestasteis en vuestro hogar y en
la sociedad. Jesús no cambia el carácter en su venida. La obra de
transformación debe hacerse ahora. Nuestra vida diaria determina
nuestro destino. Debemos arrepentirnos de nuestros defectos de
carácter y vencerlos mediante la gracia de Cristo, y debe formarse
un carácter simétrico mientras estamos en este período de prueba, a
fin de que seamos idóneos para las mansiones de arriba.—
Eventos
de los Últimos Días, 299
.
El propósito original de Dios al crear la tierra será cumplido
cuando ésta llegue a ser la morada eterna de los redimidos. “Los
justos heredarán la tierra”. Gozaremos entonces con él todas las
glorias del mundo por venir durante los siglos sin fin de la eternidad...
No habrá nada en el reino de Dios que pueda traer problemas o
molestias. Esa es la vida prometida al vencedor: una vida de felicidad
y paz; una vida de amor y belleza... sin pecado, sin problemas, sin
nada que eche a perder la paz de sus moradores.—
Mi vida hoy,
350.1
.
[88]
Los que vencen el mundo, la carne y el diablo, serán los favore-
cidos que reciban el sello del Dios vivo. Aquellos cuyas manos no
estén limpias, cuyos corazones no sean puros, no tendrán el sello del
Dios vivo. Los que están planeando pecados y ejecutándolos serán
pasados por alto. Sólo los que, en su actitud ante Dios, ocupan la
posición de quienes se arrepienten y confiesan sus pecados en el gran
día de la verdadera expiación, serán reconocidos y señalados como
merecedores de la protección de Dios. Los nombres de aquellos que
firmemente anhelan y esperan la aparición de su Salvador y velan
por ella—más ferviente y anhelosamente que los que esperan la
mañana—estarán en el número de los que son sellados. Aquellos
que, mientras tienen toda la luz de la verdad que brilla sobre sus
almas, y debieran tener obras correspondientes a su fe reconocida,
son sin embargo hechizados por el pecado, implantan ídolos en su
corazón, corrompen sus almas delante de Dios, y mancillan a los
que se unen con ellos en el pecado, verán sus nombres borrados del
libro de la vida, y serán dejados en la oscuridad de la medianoche,
carentes de aceite en las vasijas de sus lámparas. “A vosotros los