Capítulo 15—La tierra renovada
Más glorioso de lo que podemos imaginar
—El león, al que
tanto tememos aquí, se acostará con el cordero, todo en la tierra
nueva será paz y armonía. Los árboles serán derechos y elevados, y
no tendrán ninguna deformidad.
Los santos ceñirán coronas de gloria sobre sus cabezas y tendrán
arpas de oro en las manos. Tañirán esas arpas de oro, cantarán acerca
del amor redentor y elevarán melodías a Dios. Olvidarán las pruebas
y los sufrimientos que tuvieron en este mundo, que desaparecerán
en medio de las glorias de la tierra nueva.
Todo lo que hay de bello en nuestro hogar terrenal tendría que
hacernos pensar en el río de cristal y los verdes prados, los árbo-
les cimbreantes y las fuentes vivas, la ciudad resplandeciente y los
cantores vestidos de blanco de nuestro hogar celestial, mundo de
hermosura que ningún artista puede representar en el lienzo, y que
ninguna lengua mortal puede describir. Represéntese vuestra ima-
ginación la morada de los justos; y recordad que será más gloriosa
que cuanto pueda figurarse la más brillante imaginación.
El lenguaje humano es incapaz de describir la recompensa de
[128]
los justos. La conocerán sólo los que la vean.—
Maranata: El Senor
Viene, 353
.
El temor de hacer aparecer la futura herencia de los santos de-
masiado material ha inducido a muchos a espiritualizar aquellas
verdades que nos hacen considerar la tierra como nuestra morada.
Cristo aseguró a sus discípulos que iba a preparar mansiones para
ellos en la casa de su Padre. Los que aceptan las enseñanzas de la
Palabra de Dios no ignorarán por completo lo que se refiere a la
patria celestial. Y sin embargo son “cosas que ojo no vio, ni oído
oyó, y que jamás entraron en pensamiento humano las cosas grandes
que ha preparado Dios para los que le aman”.
1 Corintios 2:9 (VM)
.
El lenguaje humano no alcanza a describir la recompensa de los
justos. Sólo la conocerán quienes la contemplen. Ninguna inteligen-
95