Página 144 - Testimonios Acerca de Conducta Sexual, Adulterio y Divorcio (1993)

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Testimonios Acerca de Conducta Sexual, Adulterio y Divorcio
podría haber salido de las tinieblas a la luz, podría haberse acercado
a Dios y el Señor le habría perdonado sus pecados permitiéndole
levantar su estandarte en su favor y en contra del enemigo. Pero él se
desvió de la luz y de las convicciones del Espíritu de Dios como lo
hizo la congregación de judíos de Nazaret bajo circunstancias como
éstas, al abrir el corazón a la incredulidad que causa el alejamiento
del Espíritu de Dios...
Guiar las mentes para que nieguen la luz es obra permanente de
Satanás. No es necesario más que un paso para abandonar la senda
recta y entrar en la divergente que tiene a Satanás como líder.—
Carta
33, 1888
, (21 de marzo de 1888).
Curación de la herida del pecado
—Querido hermano M: He
estado sintiendo en mi alma mucha carga por Ud. pero al mismo
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tiempo, una gran confianza en Dios, de que él lo conducirá en esta
ocasión a ver sus faltas y errores. He deseado mucho que Ud., por
amor a Ud. mismo y a Cristo, humillara su corazón confesando
sus pecados para que la carga le sea quitada y las oraciones de los
hermanos se unan a las suyas, y pueda ser curado de las heridas
causadas por el pecado...
Hermano mío, Ud. se ha alejado de la luz, yéndose a las tinieblas.
Cuando trabajé por Ud. tan seriamente, con agonía y angustia en su
favor en ________________, ¿por qué no se compadeció de mí tanto
como de Ud.? ¿Por qué no retiró de mí esa carga que quebranta mi
alma, reconociendo sus pecados? ¿Por qué no consideró a Jesús, que
fue crucificado nuevamente por Ud. y expuesto al vituperio? ¿Por
qué negó a Cristo? Oh, mi hermano, mi alma está profundamente
apenada por Ud. Quisiera impresionarlo con la luz con la que su
caso me fue presentado, y no exagero cuando le digo que mi alma
fue oprimida de angustia. ¿Por qué se queda Ud. como si nada lo
impresionara?
Necesidad de arrepentimiento auténtico
—¿Por qué trata de
justificarse en cada punto y permite que la carga presione más y
más sobre su alma, y me proporcione a mí tan pesada tarea? ¿Por
qué manifiesta esa vacilación tan fría, congelada, en reconocer sus
errores? ¿Es acaso demasiado severa la elevada norma de la Ley de
Dios? ¿Será que la abnegación y la elevada pureza de pensamiento
demandadas son tan compulsivas y tan fastidiosas de ser sobrelle-
vadas? No se requiere nada de Ud. que no sea para aumentar su