Página 145 - Testimonios Acerca de Conducta Sexual, Adulterio y Divorcio (1993)

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A un gerente de sanatorio
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felicidad en obedecer. Yo sé que está sufriendo. Sé que no es feliz, y
yo misma sufro con Ud. porque es miembro del cuerpo de Cristo.
Ud., en gran medida, se ha gozado en el amor de Jesús y en la
paz de Cristo. Las dudas y vacilaciones más terribles torturan su
alma. ¿Por qué no se somete a Dios? ¿Por qué se oculta detrás de
barreras que no dejarán penetrar la luz? ¿Será que Ud. podrá ver y
apreciar el valor de su propia alma, y el de la obra de Cristo, con el
fin de ser alcanzado por el don de la vida? Existe un gran poder en
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la expiación. Su mente está atribulada, y toda su alma está en una
desesperada necesidad de un médico.
No puedo abandonarlo. Quisiera verlo como Dios quiere que
reaccione: cargado de arrepentimiento y remordimiento que ha de
ser seguido por la fragante sensación de perdón, y un gozo puro
y santo. Jesús se siente apesadumbrado por Ud.; le tiene lástima;
quiere salvarlo. No quiere que se pierda, sino que tenga vida eterna.
La Ley de Dios: única norma de justicia
—Dios no se ha ale-
jado de Ud., pero sus pecados e iniquidades han separado su alma
de Dios. Está enfermo de pecado y necesita de un médico. Mírese al
espejo, la Ley de Dios, que es la única norma de justicia. Es la que
detecta el pecado. ¿Verá sus pecados a la luz de la ley? ¿Ejercerá fe
en Jesús el Salvador que perdona el pecado? La ley real está delante
de Ud., y tiene que satisfacer sus demandas. Es la única norma de
justicia; mide su vida y su carácter. Me entristece tener que decirle
que es un transgresor de la ley. La fe en Jesús, puesta en práctica, es
lo único que podrá salvarlo; únicamente la preciosa sangre de Jesús
podrá limpiarlo de la mancha y contaminación de pecado.
Una vívida visión de adulterio
—Cuando estaba en Europa me
fueron reveladas las cosas que acontecieron en ____________. Una
voz me dijo, “Sígueme y te mostraré los pecados practicados por
quienes ocupan posiciones de responsabilidad”. Caminé a lo largo de
las piezas y lo vi a Ud., un atalaya de los muros de Sion, intimando
con la mujer de otro hombre, traicionando el cargo sagrado, crucifi-
cando de nuevo al Señor. ¿Consideró Ud. que había un Vigilante, el
Santo, que observaba sus malas obras, que veía sus acciones y oía
sus palabras, y que éstas estaban siendo registradas en los libros del
cielo?
Ella estaba sentada sobre su falda; Ud. la besaba, y ella a Ud.
También me fueron presentadas otras escenas de afecto, miradas y