Página 169 - Testimonios Acerca de Conducta Sexual, Adulterio y Divorcio (1993)

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A un evangelista
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Al mismo tiempo, le rogué seriamente que no fallara esta vez,
que éste era su tiempo, su día de oportunidad. Si fallaba ahora, sería
desastroso para Ud. Le dirigí cartas privadas. Lo insté acerca de
lo que debía hacer y los esfuerzos serios que debía realizar. Lea el
Testimonio
N
o
28. Véase
Testimonies for the Church 3:306-383
.
Amonestación desoída
—Cuando estuve en Colorado, hace un
año, su proceder me apesadumbró, no por alguna diferencia personal,
[200]
sino porque noté que Ud. no estaba obrando como Dios le había
indicado que obrase. Mi corazón se abatió. Lo amonesté, pero Ud.
no escuchó la amonestación. Supe entonces, como lo sé ahora, que
había fracasado. Le había señalado claramente el curso que debía
seguir en relación con los frutos que esperábamos ver en Ud. Sólo
necesitaba darse cuenta de su situación y mejorar en ésta, su última
oportunidad.
Desmoralización debido a la vanidad y la envidia
—Cuando
Ud. se trasladó a Colorado, dispuso de un excelente campo de traba-
jo, una buena casa y mejores privilegios que los que tuvieron otros
hermanos. Estaba bien familiarizado con la verdad que presentaba a
la gente, y algunos respondieron a ella. Al principio se comportó hu-
mildemente... Continuó trabajando, pero comenzó a pensar que Ud.
había llegado a ser una gran adquisición para la causa y se ofendía
por cualquier cosa que diera la impresión que sus esfuerzos no eran
apreciados. Pronto comenzó a quejarse y a manifestar descontento...
Cuando tratamos de poner las cosas en orden, Ud. no se comportó
como lo hizo David. Compare su concepción y su percepción del
pecado con su arrepentimiento y humillación. Su influencia estaba
del lado del enemigo. Ud. estaba confundido. Comenzó a recordar
cuán grandes cosas había realizado, y a mencionar los nombres
de quienes había llegado al conocimiento de la verdad desde que
Ud. fue trasladado a Colorado. Sin embargo, si no hubiera sido
por artículos y otras influencias aparte de la suya, habría habido
pocos que se pusieran de parte de la verdad como gavillas suyas.
Ud. reclama demasiado en su favor...
Es cierto que habrá algunos que soliciten su trabajo y, debido a su
corazón no santificado, Ud. se lisonjea pensando que eso está a favor
suyo, y que es un hombre de valor. Pero, ¿podría Ud. suponer, por
un momento siquiera, que si ellos pudieran leer su corazón, o si se
abriera ante ellos su proceder impío del pasado, estarían ansiosos de