Página 170 - Testimonios Acerca de Conducta Sexual, Adulterio y Divorcio (1993)

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Testimonios Acerca de Conducta Sexual, Adulterio y Divorcio
solicitar sus tareas? No saben de su proceder, ni de cuánta paciencia
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ha tenido para con Ud. el pueblo de Dios. Tampoco saben cuán grave
ha sido su caso, cuántos testimonios de amonestación le han sido
dirigidos, que fueron desoídos. Si ellos supieran cómo son realmente
las cosas, no lo animarían para que les predique...
Lecciones bien aprendidas por David
—En el ejemplo de Da-
vid pueden verse los frutos del arrepentimiento. Aprendió la lección
de la resignación bajo la aflicción, de la paciencia ante las inju-
rias, de la dependencia humilde y total de Dios. En la condición
de desánimo y de sombras, tanto suya como de su esposa, deberían
haber comenzado como nuevos conversos, tratando de buscar, no
ya su voluntad y sus caminos, sino evitando conjeturar acerca de
otros y juzgar los motivos de los demás, olvidando para siempre los
lamentos y las quejas de los años pasados. Los que no ven como
Dios ve, observan los hechos desde el punto de vista humano, y
arguyen que David habría tenido razones para quejarse, y que la
sinceridad revelada en su arrepentimiento del pasado tendría que
haberlo liberado del juicio presente.
Es posible que David haya pensado así. Podría haber dicho: He
sido obediente durante mucho tiempo, y ello podría compensar mi
desobediencia. Es muy duro, en mi vejez, hacer frente a este vendaval
arrasador. En general, he vivido una vida de fiel cumplimiento del
deber como siervo honrado de Dios, rey de Israel y cantor de su
iglesia. Es duro a esta altura colgar mi arpa de los sauces, dejar de
producir melodías y ser un errante exiliado. “Mi hijo que ha salido
de mis entrañas, acecha mi vida”.
Las excusas para el pecado carecen de valor ante Dios
—Pero
David no presentó excusas. La justicia señala las tablas rotas de
la ley transgredida y desenvaina la espada contra el transgresor.
Ninguna apología o excusa del pecado tienen valor ante Dios. El
sentimiento del alma de David era: ¿Quién podrá disminuir la cul-
pa del pecador cuando Dios testifica en contra de él? El veredicto
de Dios—culpable—se ha dado a conocer, y el hombre no pue-
de borrarlo. [David conocía la Escritura]: “Maldito aquel que no
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permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la ley, para
hacerlas”. David no pronunció queja alguna. El salmo más elocuente
que alguna vez entonara fue el que cantó cuando subía la cuesta
del Monte de los Olivos, llorando, descalzo, humillado en espíritu,