El amor de Dios por el pecador
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mío. Fortaleceré tu voluntad debilitada y eliminaré tu remordimiento
por el pecado”.
Vuelva luego a él su corazón agradecido, tembloroso de incer-
tidumbre y tómese de la esperanza que le ofrece. Dios aceptará su
corazón contrito y quebrantado, y le extenderá perdón gratuito. Le
ofrece adoptarla en su familia y también su gracia para ayudarla en
sus flaquezas. Tomada de su mano, déjese guiar; el querido Salvador
la conducirá paso a paso.
Busque las promesas del Señor. Si Satanás amenaza su mente,
aléjese de él, aférrese a las promesas de Dios y conforte su alma con
el esplendor de ellas. Las nubes pueden ser negras, pero cuando las
invade la luz, se tornan como oro brillante debido a la gloria de Dios
que las ilumina.
Que el Señor la bendiga con las pocas palabras que me impulsó
a escribirle.—
Carta 99, 1896
.
Objetos del amoroso interés de Dios
—Por medio de Jesucris-
to, el Señor tiende siempre su mano en señal de invitación a los
pecadores y caídos. Quiere recibirlos a todos. A todos les da la
bienvenida. Se gloría en perdonar a los mayores pecadores. Arre-
batará la presa al poderoso, libertará al cautivo, sacará el tizón del
fuego. Extenderá la cadena de oro de su gracia hasta las simas más
hondas de la miseria humana, y elevará al alma más envilecida por
el pecado.
Todo ser humano es objeto del amoroso interés de Aquel que dio
su vida para convertir a los hombres a Dios. Como el pastor de su
rebaño, cuida de las almas culpables y desamparadas, expuestas a la
aniquilación por los ardides de Satanás.—
El Ministerio de Curación,
119
.
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