Página 248 - Testimonios Acerca de Conducta Sexual, Adulterio y Divorcio (1993)

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Testimonios Acerca de Conducta Sexual, Adulterio y Divorcio
la codicia y la sensualidad hayan sido los pecados que las acosaban
continuamente. Habría que señalarles sus errores, pero no de una
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manera que los aleje de Cristo. Acerquémoslos a él con expresiones
de amorosa compasión. Aunque hayan caído, no destruyamos su
esperanza de perdón. Trabajemos y oremos por ellas, y señalémosles
al Redentor...
No condenemos a los demás
—Es por medio de esfuerzos dili-
gentes, como los de Cristo, como los hombres serán convencidos,
se convertirán y Dios les extenderá el perdón. Que nadie rechace a
un alma que, habiendo abandonado el servicio de Satanás, recurra a
Cristo por perdón. “Y de otros tengamos compasión, estableciendo
una diferencia”. Cuando den evidencia de que el Espíritu ha estado
contendiendo con ellas, animémoslas lo más posible para que en-
tren en el servicio del Señor. No las desanimemos con indiferencia,
alejándonos de ellas con aire de “yo soy más santo que tú”.
Isaías
65:5
.
Es posible que, quienes actúen como fariseos, no sean culpables
de los mismos pecados que condenan en los demás, pero podrían
ser culpables de pecados mayores a la vista de Dios. Cada cual será
recompensado de acuerdo con su obra. Que los que condenan a
los demás se consideren a sí mismos, no sea que terminen siendo
condenados por Dios a causa de su fariseísmo.—
Manuscrito 37,
1902
.
Las personas que aman no son como erizos de castañas
Debemos esperar encontrar y tolerar grandes imperfecciones en los
jóvenes e inexpertos. Cristo nos ha invitado a restaurar a los tales con
el espíritu de mansedumbre, y nos tiene por responsables si seguimos
una conducta que los impulse al desaliento, la desesperación y la
ruina. A menos que cultivemos diariamente la preciosa planta del
amor, estamos en peligro de volvernos estrechos y fanáticos, faltos de
simpatía y criticones, estimándonos justos cuando distamos mucho
de ser aprobados por Dios. Algunos son descorteses, bruscos y rudos.
Son como erizos de castañas: pinchan cuandoquiera se les toque.
Los tales causan un daño incalculable representando falsamente a
nuestro amante Salvador.
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Debemos alcanzar una norma más elevada o seremos indignos de
llamarnos cristianos. Para salvar a los que yerran, debemos cultivar el
espíritu con que Cristo trabajó. Ellos le son tan caros como nosotros.