Página 25 - Testimonios Acerca de Conducta Sexual, Adulterio y Divorcio (1993)

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Individualidad
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elevar a su esposo.—
The Review and Herald, 26 de septiembre de
1899
.
Amor por Cristo y por los demás
—Ninguno de los esposos
debe fusionar su individualidad en la del otro. Cada cual tiene una
relación personal con Dios. Es a él a quién deberíamos preguntar:
“¿Qué está bien?” “¿Qué está mal?” “¿Cómo puedo cumplir mejor
el propósito de la vida?” Todo el caudal de su afecto debe dirigirse
hacia quien dio su vida por nosotros. Haga de Cristo el primero, el
último y el mejor en todo. A medida que su amor por él llegue a
ser más profundo y fuerte, su amor por los demás será purificado y
fortalecido.
El espíritu que Cristo manifiesta hacia nosotros es el mismo
espíritu que los esposos deben manifestarse uno al otro. “Así como
Cristo nos amó, andad en amor”. “Así como la iglesia está sujeta a
Cristo, también las casadas lo estén a sus maridos en todo. Maridos,
amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se
entregó a sí mismo por ella”.
No debe haber control arbitrario
—Ninguno de los esposos
debe procurar ejercer control arbitrario sobre el otro. No traten
de obligar al cónyuge a rendirse a sus propios deseos. No podrán
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hacer esto y, a la vez, conservar el amor del otro. Sean bondadosos,
pacientes, considerados y corteses. Por la gracia de Dios podrán
hacerse felices uno al otro, en armonía con la promesa formulada en
el voto matrimonial.—
The Review and Herald, 10 de diciembre de
1908
.
Me fue mostrada luego la situación de su nuera. Aunque Dios la
ama, es mantenida bajo un cautiverio servil; temerosa, temblorosa,
abatida, llena de incertidumbre y nerviosa. Esta hermana no tiene que
sentir que debe rendir su voluntad a un joven malvado, menor que
ella. Tiene que saber que su matrimonio no anula su individualidad.
Los requerimientos de Dios son superiores a cualquier pretensión
terrenal. Cristo la ha comprado con su propia sangre, por tanto no
se pertenece a sí misma. Hace mal en confiar plenamente en Dios
y rendir sus convicciones personales y su conciencia a un hombre
imperioso, altanero, encendido por Satanás, cuando su majestad
satánica tiene la oportunidad de operar eficazmente por su intermedio
con el fin de intimidar a un alma temblorosa y disminuida. Ha sido