Página 33 - Testimonios Acerca de Conducta Sexual, Adulterio y Divorcio (1993)

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Casamientos de viudos
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obrado inteligentemente y su utilidad habría sido diez veces mejor
de lo que ha sido.—
Carta 1, 1883
.
La interferencia de un hijo
—Le ruego que no reproche a su
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padre. No debería experimentar los sentimientos que tiene, porque
su padre no ha hecho nada que Dios condene. No ha deshonrado a
sus hijos. Está siguiendo el camino del Señor. El Señor está abriendo
la senda delante de él para que haga una gran obra en favor de su
pueblo. Cristo es su Salvador y, contemplándolo, será transformado
a su imagen.
Su padre ha sido un esposo bondadoso y tierno. Por muchos años
sirvió fielmente a quien siempre amó. La muerte lo separó de quien
tanto tiempo estuvo bajo su custodia. Luego, su hermana también
fue llevada, y así su hogar fue deshecho. ¿Es, acaso, raro que bajo
tales circunstancias, y luego de la muerte de su mamá, él se sintiera
ligado a la mujer para quien había sido instrumento de conversión a
la verdad? Ella no es joven sino tiene edad suficiente para ayudarlo
en su obra. ¿Será que la edad de su padre tiene que ser una barrera
para su felicidad...?
Creo que, si su padre se hubiera casado con aquella mujer, el
Señor los hubiera bendecido grandemente a ambos. Pero, al consi-
derar la manera como el asunto ha sido tratado, no creo que pueda
ir adelante. Quienes han desaprobado esta unión deberían recordar
que un día tendrán que hacer frente a los resultados de sus acciones.
No obstante, creo que debo dejar el asunto con los que han tenido
algo que decir al respecto.—
Carta 117, 1902
.
Cuando hay mucha diferencia de edad
—Otra causa de la de-
ficiencia de la generación actual en lo que concierne a la fortaleza
física y al poder moral, la constituyen los casamientos entre hom-
bres y mujeres cuyas edades varían ampliamente. Es frecuente que
hombres viejos elijan a mujeres jóvenes para casarse. Con esto,
a menudo, la vida del esposo se prolonga, en tanto que la mujer
ha tenido que sentir la falta de esa vitalidad que ha impartido a su
esposo anciano. Ninguna mujer ha tenido el deber de sacrificar la
Esta carta fue escrita el 28 de julio de 1902 y dirigida al hijo del pastor George
I. Butler, ex presidente de la Asociación General. Su esposa había fallecido el 15 de
noviembre de 1901. Enviudó, pues, a los 68 años. Como resultado de la influencia del
hijo, el pastor Butler no se unió en matrimonio con la mujer mencionada en la carta. Cinco
años más tarde, en 1907, contrajo matrimonio con otra dama.