Página 86 - Testimonios Acerca de Conducta Sexual, Adulterio y Divorcio (1993)

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Testimonios Acerca de Conducta Sexual, Adulterio y Divorcio
pues los secretos de todos los corazones serán revelados. La hora
del juicio se aproxima largamente demorada debido a la bondad
y la misericordia de Dios. Pero la trompeta de Dios sonará, para
consternación de los que estén vivos y sin preparación, y despertará
las pálidas moradas de los muertos. Aparecerá el gran trono blanco,
y todos los justos muertos surgirán inmortales.
Cualesquiera sean los pecados gratificados, considerados me-
nores, arruinarán el alma a menos que sean vencidos. Los pecados
menores se harán grandes. Los pensamientos y acciones impuros,
sensuales, privados, el dar rienda suelta a las bajas pasiones dentro
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del matrimonio, conducirán a muchos otros pecados, a la transgre-
sión de todos los mandamientos de Dios.
Crecimiento tiránico de las flaquezas humanas
—Hombres a
quienes Dios ha confiado nobles talentos, se harán culpables de
grandes flaquezas; y al no contar con la gracia de Cristo en el al-
ma, llegarán a conectarse con los mayores delitos, a menos que se
mantengan íntimamente unidos a Dios. Ello sucede porque no han
hecho de la verdad divina una parte de ellos mismos. Su disciplina
ha sido defectuosa; la cultura del alma no ha avanzado de un estado
al siguiente, las tendencias congénitas no han sido restringidas, sino
que han degradado el alma. Jesús ha hecho provisión para todas
esas debilidades naturales. Pero si esas flaquezas no son vencidas,
se constituirán en un tirano, un conquistador que al fin dominará, y
la luz del cielo terminará anublándose y extinguiéndose.
La grandeza intelectual no es suficiente
—Me siento compeli-
da a escribir con seriedad sobre este asunto, porque puedo percibir
el peligro que se cierne sobre nosotros. La historia nos presenta
los ejemplos más dolorosos acerca del peligro que corrieron hom-
bres que ocuparon posiciones elevadas y luego se corrompieron.
Hombres de mentes magistrales, de talento e influencia, pero que no
depositaron su confianza totalmente en Dios, sino que se permitieron
ser alabados, mimados y loados por grandes hombres del mundo,
perdieron el equilibrio y llegaron a pensar que los pecados de los
grandes hombres no son vicios. La dirección divina los abandonó y
se despeñaron con rapidez hacia la corrupción y la perdición. Per-
dieron de vista por completo la norma justa de honor y la capacidad
para distinguir entre el bien y el mal, entre el pecado y la justicia.