Página 120 - Testimonios para los Ministros (1979)

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Testimonios para los Ministros
no tendría un espejo moral en el cual pudiera mirar y ver qué clase
de persona era.
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“Porque si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella,
éste es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro
natural. Porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida
cómo era. Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la
libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor
de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace. Si alguno se cree
religioso entre vosotros, y no refrena su lengua, sino que engaña su
corazón, la religión del tal es vana. La religión pura y sin mácula
delante de Dios el Padre es ésta: Visitar a los huérfanos y a las viudas
en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo”.
Esta es la palabra del Dios vivo. La ley es el gran espejo moral
de Dios. El hombre ha de comparar sus palabras, su espíritu, sus
actos con la Palabra de Dios. Si decidimos que en estos últimos
días no tenemos una obra asignada que escapa al programa regular
de las iglesias nominales, seremos grandemente chasqueados. El
gran asunto que ha de investigarse, pesarse y decidirse, es: ¿Qué
puedo hacer para alcanzar a las almas perdidas? Dios exige que
los adventistas realicen una obra que no necesito definir. A menos
que la obra se efectúe en primer término en sus propios corazones,
todas las instrucciones específicas que puedan darse para señalar la
conducta será trabajo vano.
Leed el segundo capítulo de Santiago. Practicad la verdad en
vuestra vida cotidiana, y conoceréis la obra que el Señor os ha
dado para hacer. Leed también el capítulo cuatro, especialmente los
versículos 5-12; y el capítulo cinco, especialmente los versículos
13-20. Estos capítulos son letra muerta para la gran mayoría de los
que pretenden ser adventistas del séptimo día. Se me ha indicado que
os señalara estos pasajes, y el capítulo séptimo de Mateo. Necesitáis
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estudiar cada palabra como si de ella dependiera vuestra vida.
Lo que la Iglesia de Battle Creek necesita es que sus miembros
sean hacedores de la Palabra. Esto inducirá a muchos a salir de
Battle Creek para ir a otros lugares, pueblos y ciudades, donde la
gente no ha tenido la luz y las oportunidades que vosotros habéis
tenido. Muchas almas están ahora en la balanza. No están con
Cristo. No están recogiendo con Cristo. Su influencia está dividida.
Desparraman.