Página 123 - Testimonios para los Ministros (1979)

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La alta norma de Dios
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de la iglesia. El Señor desea que aquellos que componen su iglesia
sean veraces y fieles administradores de la gracia de Cristo.
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El pecado de estos últimos días está sobre los profesos hijos de
Dios. Por el egoísmo, el amor al placer y el amor al vestido, niegan al
Cristo al cual su condición de miembros de iglesia indica que están
siguiendo. Agradezco a Dios porque Jesucristo conoce todo impulso
del corazón del creyente. Muchos que no siguen a Cristo profesan
ser hijos de Dios. Su frivolidad, su conversación liviana, su falta de
genuina piedad, sus blancos bajos, descarrían a otros que seguirían
una conducta diferente si no fuera por el ejemplo de estos personajes
engañosos, que no aman a Cristo ni practican su voluntad, sino que
simplemente siguen sus propios razonamientos.
Jesús conoce a todos los de corazón humilde, dócil y manso.
Tienen pruebas y cometen errores, pero se les quebranta el cora-
zón porque agravian al Salvador, quien los amó y murió por ellos.
Acuden humildemente a sus pies; luchan como Cristo luchó. Con
humildad y mansedumbre de corazón tratan de hacer bien a los
demás. Tratan de hacer progresar la causa de la verdad mediante su
esfuerzo sostenido y ferviente.
El Señor Jesús ama a aquellos por quienes ha dado su vida; y se
aflige cuando se permite que influencias mundanas se interpongan
entre ellos y su Ayudador, cuando se escoge a los ídolos antes que
a Cristo, cuando sus llamados al alma humana son recibidos con
indiferencia y no hay respuesta. El sabe que ellos hacen frente a
grandes pérdidas, porque son piedras de tropiezo para los pecadores.
No están recogiendo con Cristo, sino desparramando. Pero cuando,
en una gran aflicción, el Espíritu de Dios toca su corazón, y se
vuelven a él, el oye sus plegarias. Cristo conoce la capacidad que ha
dado a toda alma de servirle para su bien presente y eterno. Anhela
que estas almas no lo chasqueen. Quiere que brillen en su reino. Los
más altamente honrados serán aquellos que tomen su cruz cada día,
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y sigan a Cristo.
Haced de la verdad una realidad
El Señor Jesús exige que toda alma haga de la verdad una reali-
dad. Mostrad que creéis que no estáis a medias con Cristo y a medias
con el mundo. De todos los tales Cristo dice: “¡Ojalá fueses frío o