Página 126 - Testimonios para los Ministros (1979)

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Testimonios para los Ministros
“Y el tercer ángel los siguió, diciendo a gran voz: Si alguno
adora a la bestia y a su imagen, y recibe la marca en su frente o en
su mano, él también beberá del vino de la ira de Dios, que ha sido
vaciado puro en el cáliz de su ira; y será atormentado con fuego y
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azufre delante de los santos ángeles y del Cordero; y el humo de su
tormento sube por los siglos de los siglos. Y no tienen reposo de día
ni de noche los que adoran a la bestia y a su imagen, ni nadie que
recibe la marca de su nombre”.
Juan fue llamado a contemplar a un pueblo distinto de los que
adoran a la bestia o a su imagen al guardar el primer día de la
semana. La observancia de este día es la marca de la bestia. Juan
declara: “Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los
mandamientos de Dios y la fe de Jesús”.
“Entonces el dragón se llenó de ira contra la mujer; y se fue a ha-
cer guerra contra el resto de la descendencia de ella, los que guardan
los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo”. Se
nos muestra claramente que existirán dos bandos en el momento en
que aparezca nuestro Señor y Salvador Jesucristo. ¿En cuál bando
deseamos ser hallados? “He aquí, yo vengo pronto—dice Cristo—,
y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su
obra. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin, el primero
y el último. Bienaventurados los que lavan sus ropas [guardan sus
mandamientos], para tener derecho al árbol de la vida, y para entrar
por las puertas en la ciudad”. Este es el destino de los que observan
los mandamientos. ¿No debemos todos desear estar entre el número
de personas que tendrán derecho al árbol de la vida, y que entrarán
por las puertas en la ciudad?
Adán y Eva y su posteridad perdieron el derecho al árbol de la
vida a causa de su desobediencia. “Y dijo Jehová Dios: He aquí el
hombre es como uno de nosotros, sabiendo el bien y el mal; ahora,
pues, que no alargue su mano, y tome también del árbol de la vida, y
coma, y viva para siempre. Y lo sacó Jehová del huerto del Edén, para
que labrase la tierra de que fue tomado”. Adán y Eva transgredieron
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la ley de Dios. Esto hizo necesario que fueran alejados del Edén
y separados del árbol de la vida, pues al comer de él después de
su transgresión, hubieran perpetuado el pecado. “Echó, pues, fuera
al hombre, y puso al oriente del huerto de Edén querubines, y una
espada encendida que se revolvía por todos lados, para guardar el