Página 130 - Testimonios para los Ministros (1979)

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Testimonios para los Ministros
La palabra de un ser humano no ha de ser recibida y creída a pie
juntillas. Primeramente tenemos que preguntar: ¿Hablan ellos en
armonía con la Palabra? ¿Rechazan un sencillo “Así dice Jehová”
porque ven que ello implica una cruz?
¿De qué lado estáis vosotros?
¿Estamos nosotros del lado de aquellos que no son leales a Dios?
No tienen interés en conocer a Dios. Rechazan al divino Hijo de Dios,
la personificación de toda bondad humana. Se colocan a sí mismos
junto con aquellos que, aun cuando no podía señalarse ninguna falta
en Cristo, escogieron en su lugar a un ladrón y a un asesino. Esto
testifica del gusto moral del mundo. ¿Estaremos nosotros del lado
del mundo, o del lado de Cristo, quien declaró: “He guardado los
mandamientos de mi Padre”?
La palabra de Jehová permanecerá para siempre. “En el principio
era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era
en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas y
sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. En él estaba la
vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz en las tinieblas
resplandece, mas las tinieblas no prevalecieron contra ella [no la
comprendieron, Val. ant.]... En el mundo estaba, y el mundo por
él fue hecho; pero el mundo no le conoció. A lo suyo vino, y los
suyos no le recibieron. Mas a todos los que le recibieron, a los que
creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los
cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de
voluntad de varón, sino de Dios. Y aquel Verbo fue hecho carne, y
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habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito
del Padre), lleno de gracia y de verdad”.
Los que reciben a Cristo por la fe como su Salvador personal no
pueden estar en armonía con el mundo. Hay dos grupos distintos:
los que son fieles a Dios, y guardan sus mandamientos, mientras
que los otros hablan y actúan como el mundo, poniendo a un lado la
Palabra de Dios, que es la verdad, y aceptando las palabras de los
apóstatas que rechazaron a Jesús.