Página 131 - Testimonios para los Ministros (1979)

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La alta norma de Dios
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¿A quién elegiréis vosotros?
¿De qué lado estamos nosotros? El mundo rechazó a Cristo; los
cielos lo recibieron. El hombre, el hombre finito, rechazó al Príncipe
de la Vida; Dios, nuestro Gobernante soberano, lo recibió en los
cielos. Dios lo ha exaltado. El hombre lo coronó con una corona
de espinas; Dios lo ha coronado con una corona de real majestad.
Todos nosotros debemos pensar sin prejuicio. ¿Queréis que sea este
hombre, Cristo Jesús, quien gobierne sobre vosotros, o Barrabás?
La muerte de Cristo acarrea al que rechaza su misericordia la ira
de los juicios de Dios, sin mezcla de misericordia. Esta es la ira del
Cordero. Pero la muerte de Cristo es esperanza y vida eterna para
todos los que lo reciben y creen en él.
Con toda seguridad Dios llama al mundo a juicio para vengar la
muerte de su Hijo unigénito, Aquel que fue juzgado en el tribunal de
Pilato y de Herodes. El ahora está en los atrios celestiales haciendo
intercesión por el pueblo que lo rechazó. ¿Escogeremos el sello del
mundo, o decidiremos ser el pueblo peculiar y separado de Dios?
¿Recibiremos un “Así dice Jehová” en lugar del “Así dice” del
hombre? El poder papal, el hombre de pecado, decidió que la Iglesia
Católica Romana cambiara la ley de Dios. En lugar del séptimo día
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ellos han bautizado y presentado al mundo a un hijo del papado, el
primer día de la semana, para ser observado como sagrado día de
descanso. El mundo protestante ha recibido a este hijo del papado,
lo ha acunado, y le ha tributado el honor que Dios ha colocado sobre
el séptimo día.
“Mirad, yo os he enseñado estatutos y decretos, como Jehová mi
Dios me mandó, para que hagáis así en medio de la tierra en la cual
entráis para tomar posesión de ella. Guardadlos, pues, y ponedlos
por obra; porque ésta es vuestra sabiduría y vuestra inteligencia
ante los ojos de los pueblos, los cuales oirán todos estos estatutos,
y dirán: Ciertamente pueblo sabio y entendido, nación grande es
ésta. Porque ¿qué nación grande hay que tenga dioses tan cercanos a
ellos como lo está Jehová nuestro Dios en todo cuanto le pedimos?
Y ¿qué nación grande hay que tenga estatutos y juicios justos como
es toda esta ley que yo pongo hoy delante de vosotros? Por tanto,
guárdate, y guarda tu alma con diligencia, que no te olvides de las
cosas que tus ojos han visto, ni se aparten de tu corazón todos los