Página 152 - Testimonios para los Ministros (1979)

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Testimonios para los Ministros
pasos apresurados sino que serán sabios, pacientes, corrigiendo “con
mansedumbre....a los que se oponen”.
Ha llegado el tiempo cuando los que están arraigados y fundados
en la verdad pueden manifestar su firmeza y decisión, revelando
que no los afectan los sofismas, las máximas o las fábulas de los
ignorantes e inestables. Ciertos hombres harán declaraciones sin
fundamento con el tono categórico de quien posee la verdad; pero
no hay objeto en discutir con ellos acerca de sus aseveraciones
espurias. La mejor forma de tratar con el error es presentar la verdad,
y permitir que las ideas descabelladas mueran por falta de atención.
Contrastada con la verdad, la debilidad del error resulta clara para
toda persona inteligente. Cuanto más se repitan los asertos erróneos
de los opositores, y de los que se levantan de entre nosotros para
engañar a las almas, tanto mejor se sirve la causa del error. Mientras
mayor sea la publicidad que se dé a las sugestiones de Satanás,
tanto más se agradará a su majestad satánica, porque los corazones
no santificados estarán preparados para recibir la escoria que él
les proporciona. Tendremos que hacer frente a dificultades de este
orden. Habrá hombres que harán un mundo de un átomo y un átomo
de un mundo.
Usemos los talentos que Dios nos ha dado
¿No podemos hacer más para despertar a las iglesias a fin de
que actúen de acuerdo con la luz que ya han recibido? Dios ha
señalado a cada uno su obra. Tanto los más humildes como los más
poderosos han sido dotados de una influencia que debe ejercerse
del lado del Señor, y debieran dedicarle a él sus talentos, cada uno
trabajando en el puesto de deber que se le ha asignado. El Señor
espera que cada uno haga lo mejor de que es capaz. Cuando brilla la
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luz en el corazón, él espera que nuestra obra corresponda a nuestra
luz, de acuerdo con la medida de la plenitud de Cristo que hemos
recibido. Cuanto más usemos nuestro conocimiento y ejercitemos
nuestras facultades, tanto mayor conocimiento tendremos, tanto más
capacitados seremos para hacer una obra mayor y mejor.
Nuestros talentos no son nuestros; son del Señor, su propiedad
con la que debemos negociar. Somos responsables por el uso o el
abuso de los bienes del Señor. Dios pide que los hombres inviertan