Página 153 - Testimonios para los Ministros (1979)

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Necesidades humanas y provisión divina
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los talentos que les fueron confiados, para que cuando el Señor venga
reciba con intereses lo que le pertenece. Con su propia sangre Cristo
nos ha comprado como sus siervos. ¿Le serviremos? ¿Procuraremos
con diligencia presentarnos a Dios aprobados? ¿Manifestaremos
por nuestras acciones que somos mayordomos de su gracia? Todo
esfuerzo hecho por el Maestro, impulsado por un corazón puro y
sincero, será una ofrenda fragante para él.
Andamos a la vista de inteligencias invisibles. Un testigo está
constantemente a nuestro lado para observar cómo negociamos con
los bienes que nuestro Señor nos ha confiado. Cuando el buen ma-
yordomo devuelve sus talentos con sus intereses, no tendrá ninguna
pretensión. Se dará cuenta de que se trata de los talentos que Dios
le entregó a él, y dará gloria al Señor. Sabe que no habría habido
ninguna ganancia de no existir el depósito, ningún interés de no
existir el capital. El dirá: “Señor, cinco talentos me entregaste; aquí
tienes, he ganado otros cinco talentos sobre ellos”. Considere ahora
la iglesia si está trabajando con el capital que el Señor le ha dado.
Sin la gracia de Cristo toda alma habría caído en la bancarrota por
la eternidad; por lo tanto no podemos reclamar nada con justicia.
Pero aun cuando no podemos reclamar nada, si somos mayordomos
fieles, el Señor nos recompensa como si los méritos fueran todos
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nuestros. El dice: “Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel,
sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu Señor”.
¡Cuántos lamentarán las oportunidades perdidas cuando sea para
siempre demasiado tarde! Hoy tenemos talentos y oportunidades,
pero no sabemos por cuánto tiempo serán nuestros. Trabajemos,
pues, mientras es de día; porque la noche viene, cuando nadie puede
trabajar: “Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su Señor
venga, le halle haciendo así”.
* * * * *
Volved al primer amor
Melbourne, Australia,
15 de julio de 1892
La razón por la cual muchos fracasan es que confían demasiado
en sí mismos, y no sienten la imperiosa necesidad de permanecer en