Página 154 - Testimonios para los Ministros (1979)

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Testimonios para los Ministros
Cristo al salir a buscar y salvar lo que está perdido. Hasta que no
tengan la mente de Cristo y enseñen la verdad como es en Jesús, no
lograrán mucho. Yo ando con temblor delante de Dios. No sé cómo
hablar o trazar con la pluma los grandes temas del sacrificio expia-
torio. No sé cómo presentar los temas con el poder viviente con que
me son presentados. Tiemblo de temor ante la idea de empequeñecer
el gran plan de salvación usando palabras inadecuadas. Mi alma se
inclina con temor y reverencia delante de Dios, y dice: Para estas
cosas, ¿quién es suficiente? ¿Cómo puedo yo hablar, cómo puedo
escribir a mis hermanos, de manera que ellos capten los rayos de luz
que dimanan del cielo? ¿Qué diré?
“Arrepiéntete, y haz las primeras obras”
La atmósfera de la iglesia es tan frígida, su espíritu es de tal
naturaleza, que los hombres y mujeres no pueden sostener o soportar
el ejemplo de la piedad primitiva nacida del cielo. El calor de su
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primer amor está congelado, y a menos que sean bañados por el
bautismo del Espíritu Santo, su candelero será quitado de su lugar, si
no se arrepienten y hacen las primeras obras. Las primeras obras de
la iglesia se veían cuando los creyentes buscaban amigos, parientes
y conocidos, y con corazones desbordantes de amor les contaban la
historia de lo que Jesús era para ellos y lo que ellos eran para Jesús.
¡Ojalá el Señor despierte a los que ocupan puestos de responsabilidad
para que no emprendan la obra confiando en su propia habilidad! La
obra que sale de sus manos carecerá del molde y la inscripción de
Cristo.
El poder pervertidor del egoísmo
El egoísmo echa a perder todo lo que hacen los obreros no
consagrados. Necesitan orar siempre, pero no lo hacen. Necesitan
velar en oración. Necesitan sentir el carácter sagrado de la obra, pero
no lo sienten. Manejan las cosas sagradas como si fueran comunes.
Las cosas espirituales se disciernen espiritualmente, y hasta que
puedan beber del agua de la vida, y Cristo sea en ellos una fuente de
agua que salte para vida eterna, no refrescarán a nadie, no serán una
bendición para nadie; y a menos que se arrepientan, su candelero
será quitado de su lugar. En la obra de salvar almas se necesitan