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Testimonios para los Ministros
la reforma que se necesita. Algunos de los que están relacionados
con la causa están acercándose al fin de su vida, y todavía no han
aprendido las lecciones de la Biblia como para sentir la necesidad
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de aplicarlas a su vida práctica. Han malgastado oportunidades,
y generosas bendiciones han sido despreciadas porque ellos no
quisieron cambiar.
Mi Guía dijo: “Elevad la norma en toda educación escolar. No
debéis establecer una norma más baja. La disciplina debe ser mante-
nida. Enseñad a los jóvenes por precepto y ejemplo”. No ha habido
demasiada severidad, sino por el contrario, ha habido suma debilidad
en la acción. Pero los obreros no deben desesperar. Trabajad con
el espíritu de Cristo, con la mente de Cristo para corregir los males
existentes. Es natural que los obradores de maldad tengan la sim-
patía de los que son como ellos; pero los fieles pastores del rebaño
tienen lecciones que aprender a fin de mantener una norma elevada,
y sin embargo enseñar que la estrella de la esperanza todavía brilla.
Trabajad con paciencia; pero reprended el pecado con firmeza, y
no lo justifiquéis. El recurso de las mentiras dichas para cubrir el
pecado debe ser desbaratado para que las almas pobres y engañadas
no sigan marchando dormidas hacia su ruina eterna.
El mundo pronto ha de ser abandonado por el ángel de la miseri-
cordia, y las últimas siete plagas han de ser derramadas. El pecado,
la vergüenza, el dolor y las tinieblas abundan por doquiera, pero Dios
sigue concediendo a las almas de los hombres el precioso privilegio
de cambiar las tinieblas por la luz, el error por la verdad, el pecado
por la justicia. Sin embargo, la paciencia y la misericordia divinas
no esperarán para siempre. Nadie piense que puede esconderse de la
ira de Dios detrás de una mentira, porque Dios dejará al alma sin esa
escapatoria. Los rayos de la ira de Dios pronto han de caer, y cuando
él comience a castigar a los transgresores, no habrá tregua hasta el
fin. La tormenta de la ira de Dios se está preparando, y quedarán
en pie sólo aquellos que están santificados por la verdad en el amor
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de Dios. Ellos serán escondidos con Cristo en Dios hasta que la
desolación haya pasado. El saldrá para castigar a los habitantes del
mundo por su iniquidad, y “la tierra descubrirá la sangre derramada
sobre ella, y no encubrirá ya más a sus muertos”. Sea el lenguaje del
alma: