Página 172 - Testimonios para los Ministros (1979)

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Capítulo 8—Colaboradores de Dios
Amor y confianza entre los hermano
30 de octubre de 1894
Cuando los hombres manifiesten confianza en sus semejantes
estarán mucho más cerca de poseer la mente de Cristo. El Señor ha
revelado la estima en que tiene al hombre. “Porque de tal manera
amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo
aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”. Pero
algunas mentes están siempre tratando de remodelar el carácter de
otros de acuerdo con sus propias ideas y medidas. Dios no les ha
encargado esa obra.
El yo siempre se tendrá a sí mismo en gran estima. Cuando los
hombres pierden su primer amor, no guardan los mandamientos de
Dios, y entonces comienzan a criticarse mutuamente. Este espíri-
tu estará constantemente luchando por imponerse hasta el fin del
tiempo. Satanás trata de fomentarlo a fin de que los hermanos, en su
ignorancia, traten de devorarse el uno al otro. Dios no es glorifica-
do, sino grandemente deshonrado; el Espíritu de Dios es agraviado.
Satanás se alegra, porque sabe que si puede lograr que el hermano
espíe al hermano en la iglesia y en el ministerio, algunos se sentirán
tan desanimados que abandonarán su puesto del deber. Esta no es la
obra del Espíritu Santo; un poder de abajo está obrando en la mente
y en el alma para colocar sus atributos donde debieran estar los de
Cristo.
Aquel que pagara el precio infinito para redimir a los hombres
lee con inequívoca precisión todas las ocultas maquinaciones de la
mente humana, y sabe exactamente cómo tratar con toda alma. Y
al tratar con los hombres, manifiesta los mismos principios que se
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revelan en el mundo natural. Las funciones benefactoras de la natu-
raleza no se realizan mediante intervenciones abruptas y sorpresivas;
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Los artículos que siguen en esta división son también del N
o
3 de
Special Testimo-
nies to Ministers and Workers
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