Página 180 - Testimonios para los Ministros (1979)

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Testimonios para los Ministros
las aves de los montes, y todo lo que se mueve en los campos me
pertenece. Si yo tuviese hambre, no te lo diría a ti; porque mío es el
mundo y su plenitud”.
La preocupación por las almas
Hay una gran obra que hacer en la tierra, y el Señor Jesús ha
convertido a los hombres en socios con él, a fin de que los agen-
tes celestiales puedan cooperar con los agentes humanos. Cristo
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experimentó aflicción de alma por la redención del mundo, y los
colaboradores de Dios son representantes de Cristo ante nuestro
mundo y tendrán compasión por los perdidos, y sentirán aflicción
de alma por la redención de los hombres. A menos que la iglesia
despierte y atienda su puesto del deber, Dios le cargará la pérdida
de las almas a su cuenta. Tengo profundo interés de que la obra de
Dios avance.
Se les pide a los escogidos de Dios que multipliquen iglesias
dondequiera que puedan tener éxito en la tarea de traer almas al
conocimiento de la verdad. Pero el pueblo de Dios nunca ha de
concentrarse en una gran comunidad como lo ha hecho en Battle
Creek. Los que saben lo que significa sentir aflicción de alma nunca
lo harán, porque sentirán la carga que Cristo llevó por la salvación
de los hombres.
El espíritu de sabiduría
Todos los que son elegidos de Dios cultivarán sus facultades
intelectuales. Jesús vino para ejemplificar el carácter del Padre, y
envió a sus discípulos al mundo para ejemplificar el carácter de
Cristo; nos ha dado su Palabra para señalar el camino de la vida, y
ha prometido dar eficiencia mediante el poder del Espíritu Santo a
nuestra predicación de esa Palabra. ¿Hay necesidad, entonces, de
andar en la incertidumbre, afligiéndose de que no se conoce o no
se experimenta la obra del Espíritu Santo en el corazón? ¿Tenéis
hambre y sed de ser instruidos en justicia? Entonces podéis estar
seguros de que seréis saciados. “Pero sabemos que el Hijo de Dios
ha venido, y nos ha dado entendimiento para conocer al que es
verdadero; y estamos en el verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es
el verdadero Dios, y la vida eterna”.