Página 191 - Testimonios para los Ministros (1979)

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Obreros dirigidos por Dios
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conveniente. No debemos pensar que todas las cosas han de colocar-
se bajo la jurisdicción de unos pocos hombres finitos que necesitan
recurrir constantemente a Dios para obtener sabiduría y no cometer
graves desatinos. No es el propósito del Señor que todas las cosas
estén centralizadas en Battle Creek. [
veasé el Apéndice.
] El quisiera
que los hombres se hicieran a un lado y no sintieran que la obra de
Dios depende totalmente de ellos y que todo problema debiera ser
referido a su juicio. Me resulta difícil expresar lo que deseo, pero en
el nombre del Señor levanto la señal de peligro. Los hombres res-
ponsables deben temer y temblar por sí mismos. No deben sentirse
competentes para adelantarse a Aquel que dijo: “Sígueme”. Dios no
se agrada de que los hombres en países distantes tengan que esperar
antes de aventurarse a tomar una determinación. Debemos creer en
el poder del Señor para guiar, por-sabiduría y comprensión a sus
representantes en toque él tiene el comando de su propia obra. El
dará das partes de su gran viña. El dice: “No me elegisteis vosotros
a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis
y llevéis fruto”. Quiero decirles a mis hermanos de Battle Creek: El
Señor no necesita enviar sus órdenes a sus mensajeros que están en
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todas partes del mundo por medio de Battle Creek. El no ha colocado
esta responsabilidad sobre todos los que se arrogan el derecho de
decir a los obreros del Señor: “Haz esto”, y “No hagas aquello”.
Dios es deshonrado cuando los hombres son inducidos a depender
tanto de Battle Creek.
La gente de cada país tiene sus propias características peculiares
y distintivas y es necesario que los hombres sepan adaptarse a las
ideas peculiares de los habitantes e introducir de tal manera la verdad
que puedan hacerles bien. Deben ser capaces de comprender sus
necesidades y hacerles frente. Surgirán circunstancias que demanden
acción inmediata, y será necesario que aquellos que se encuentran
en el lugar atiendan el interés y hagan lo que debe ser hecho bajo la
dirección del Espíritu Santo. Si esperaran, en un tiempo de crisis,
que viniera de Battle Creek la indicación de lo que deben hacer,
perderían mucho. Los hombres que manejan la obra deben ser fieles
mayordomos de la gracia de Dios. Deben ser hombres de fe, y deben
ser animados a depender de Dios y a confiar en él.