Página 194 - Testimonios para los Ministros (1979)

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Testimonios para los Ministros
Juntas de consejo
Al dar consejos con respecto al progreso de la obra, ningún indi-
viduo debe ser el poder dominante, la voz del conjunto, a menos que
sea evidente para todos que el consejo dado es el correcto. Todos
los métodos y planes han de ser cuidadosamente considerados, de
manera que todos comprendan los méritos relativos a cada uno y
decidan cuál será el mejor para ser seguido en la obra misionera
que ha de ser hecha en los campos que se abren ante nosotros. Será
bueno no solamente considerar los campos a los cuales el deber pa-
rece llamarnos, sino las dificultades que han de hallarse. Las juntas
designadas para dar consejo, hasta donde sea posible, deben hacer
que el pueblo entienda sus planes para que el juicio de la iglesia
pueda apoyar sus esfuerzos. Muchos de los miembros de la iglesia
son juiciosos y tienen muchas otras excelentes cualidades mentales.
Es propio que ejerzan su sabiduría, para que otros despierten a la
realidad de las grandes cuestiones que deben ser consideradas. Mu-
chos pueden tomar conciencia de que deben tener una comprensión
más profunda de la obra de Dios.
Algunos están convencidos de que están muy atrasados en su co-
nocimiento del mensaje, pero Dios ayudará a los que fervientemente
le pidan sabiduría. Nadie acude jamás en vano a su propiciatorio.
Debemos buscar fervientemente la sabiduría que es de lo alto com-
prendiendo que hay almas que perecen por falta de la Palabra de
vida y que el reino de Cristo ha de ser extendido. Hombres y mujeres
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de mentes nobles aún han de ser añadidos al número de aquellos
de quienes se dice: “No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os
elegí a vosotros... para que vayáis y llevéis fruto”.
Cómo obtener los fondos necesarios
Desde el comienzo de nuestra obra misionera, hemos estado muy
perplejos por saber cómo podríamos conseguir los fondos adecuados
para sostener empresas misioneras en los campos que la providencia
ha abierto ante nosotros. La obra misionera ha de ser ampliamente
extendida, y los que creen la verdad no deben usar sus medios para
comprar lo innecesario. No hemos de estudiar nuestra convenien-
cia sino más bien nuestras necesidades. Tendremos que ceñirnos a