Página 196 - Testimonios para los Ministros (1979)

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Testimonios para los Ministros
del Espíritu Santo sobre sus obreros, y todo el que sinceramente
busque a Dios lo hallará. Hemos de acudir confiadamente al trono
de la gracia y la misericordia. Hemos de creer que el Señor escu-
cha y responde nuestras plegarias. Nuestro gran Sumo Sacerdote,
que traspasó los cielos, dice: “Y yo rogaré al Padre, y os dará otro
Consolador, para que esté con vosotros para siempre”. El Espíritu
Santo mora en cualquier lugar con los obreros consagrados que están
tratando de hacer progresar la causa.
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El crear oposición innecesaria
Ruego por amor a Cristo que no permitáis que salgan de vuestros
labios expresiones apresuradas o ásperas, que no uséis un lenguaje
exagerado, que no expreséis nada que tenga sabor de crítica, porque
todo esto es humano. Cristo no tiene parte en ello. Cuiden los escri-
tores impulsivos el modo en que usan su pluma, no sea que parezcan
ridiculizar la posición de creyentes o no creyentes. Estaremos se-
guros únicamente si conservamos el espíritu humilde de Cristo y
hacemos sendas derechas para nuestros pies, para que lo cojo no se
salga del camino. La mansedumbre y la humildad de Cristo deben
tomar posesión del alma.
Satanás está ejerciendo su poder presentando engaños magis-
trales para efectuar aquello que no está de acuerdo con la voluntad
de Dios. Aquellos que creen la verdad no den ocasión a nuestros
enemigos para justificar su oposición, ni den pie a que los hombres
usen de la calumnia para oponerse al avance de la verdad. Por amor
a Cristo, realice cada obrero esfuerzos que anulen los asertos de
Satanás, y no se empeñe en nada que Dios no haya demandado de
sus manos. Bajo la dirección celestial hemos de trabajar de acuerdo
con la voluntad de Dios, y el éxito coronará nuestros esfuerzos. Per-
mitidle a Dios que obre para inducir a los hombres a hacer lo que él
desea que realicen para hacer progresar su verdad.
El asunto de la libertad religiosa es muy importante y debe
ser manejado con gran sabiduría y discreción; de otra manera, hay
peligro de que por nuestra propia conducta traigamos sobre nosotros
mismos una crisis antes de estar preparados para ella. El mensaje
que debemos predicar es “los mandamientos de Dios y la fe de
Jesús”. Debe pedirse a nuestros hermanos que tengan cuidado de no