Página 200 - Testimonios para los Ministros (1979)

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Testimonios para los Ministros
estos atributos, almas preciosas se han perdido para la causa. Los
hombres han manifestado esta característica desagradable porque
no han estado vinculados con Dios.
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El trato con las almas preciosas
Los que ocupan cargos destacados, al entrar en contacto con
las almas por las cuales Cristo murió, las considerarán preciosas,
asignándoles a los hombres el valor que Dios les dio. Pero muchos,
en lugar de proceder según la mente y el espíritu de Cristo, han tra-
tado con aspereza, según el modo de ser de los hombres, a las almas
adquiridas por la sangre de Cristo. Acerca de sus discípulos Cristo
dice: “Todos vosotros sois hermanos”. Siempre deberíamos tener
presente la relación que nos une, y recordar que un día habremos
de enfrentar ante el tribunal de Cristo a aquellos con quienes nos
encontramos aquí. Dios será el Juez y juzgará con justicia a cada
uno.
Juan dice: “Vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante
Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual
es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas
que estaban escritas en los libros, según sus obras”. Considere cada
uno de los que profesan el nombre de Cristo, que de cada acto
de injusticia y de cada palabra áspera deberá dar cuenta ante el
tribunal de Cristo. No será agradable volver a encontrarse con las
palabras pronunciadas que han lastimado y herido a las almas, con
las decisiones que han obrado contra las almas por las cuales Cristo
murió. Toda acción será traída a juicio, y quedará manifiesto el
espíritu que la impulsó. Quedará expuesto el fruto de toda exigencia
egoísta y arbitraria, y los hombres verán el resultado de sus acciones
tal como Dios lo ve. Verán que han apartado almas preciosas del
camino recto tratando con ellas de una manera no cristiana. Estamos
viviendo en el gran día de la expiación y ya es tiempo de que cada
uno se arrepienta delante de Dios, confiese sus pecados y mediante
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la fe viviente confíe en los méritos de un Salvador crucificado y
viviente.
Mis hermanos y hermanas, ¿tendréis en cuenta que al tratar con
la herencia de Dios no debéis seguir vuestras tendencias naturales?
Los hijos de Dios son la posesión adquirida de Cristo, y ¡qué precio