Página 205 - Testimonios para los Ministros (1979)

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Obreros dirigidos por Dios
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1 de septiembre de 1895
Queridos Hno. y Hna.-----,
El Hno.-----me presentó los planes de varias semanas de duración
para ciertas reuniones que debían realizarse en diferentes lugares
entre los que conocen la verdad. Sin duda se beneficiarían algunos
nuevos conversos, pero yo sé que ustedes no están en el camino
correcto. Indudablemente la fe de algunos de los que se congreguen
será fortalecida y confirmada, pero esta obra no está llevando el
mensaje de amonestación a aquellos que están en las tinieblas y el
error, que no conocen la verdad. El tiempo pasa, los peligros de los
últimos días están sobre nosotros; en el último gran día, cuando cada
uno reciba según hayan sido sus obras, cuántos nos dirán: “¿Por
qué no nos habéis amonestado? No nos habéis dicho las cosas que
necesitábamos saber”.
Cristo dice: “No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al
arrepentimiento”. Salgan nuestros ministros abrumados con el peso
del solemne mensaje de amonestación. Cuando están a disposición
de los hombres todos los medios para alcanzar el conocimiento de
la verdad, ¿cómo pueden trazarse planes para que nuestros obreros
no hagan la obra de salvar a las almas que están en las tinieblas del
error? El tiempo es corto. Demos el mensaje de amonestación en
forma clara y distinta. El Señor está a punto de venir a ejecutar juicio
sobre los que no obedecen el Evangelio.
En sus días Enoc proclamó la venida de Cristo y la ejecución
del juicio sobre los injustos, y ahora vemos el cumplimiento de
la profecía de Enoc concerniente a la abundante difusión de la
maldad. Pero los que tienen la luz son los que han recibido de
Dios el cometido de emprender una lucha constante y agresiva. A
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la pregunta: “Guarda, ¿qué de la noche?” se dará en respuesta el
mensaje fiel: “La mañana viene, y después la noche”.
La verdad está ejerciendo una influencia demasiado restringida.
Hay que instar a los que conocen la verdad para que la comuniquen a
los que están en las tinieblas. Muchos se conforman con una noción
de la verdad, pero aún no han ocupado su lugar para comunicar lo
que han recibido. Dios ha inducido a los hombres a experimentar
el poder de la verdad, pero no todos están haciendo la obra que les
fue señalada, a saber, tratar de salvar lo que se había perdido. Cada
uno debe estar ceñido con su armadura, preparado para conquistar a