Página 206 - Testimonios para los Ministros (1979)

Basic HTML Version

202
Testimonios para los Ministros
otros para que obedezcan la ley de Dios. Veo que se les está dando
mucho a los que ya tienen; estas maravillosas reuniones para los que
desean recibir mayor fuerza están privando al mundo precisamente
de la obra que debe ser hecha en su favor. Nuestros pastores debieran
ahora trabajar por la salvación de los perdidos. Sería mucho mejor
que las semanas invertidas en reuniones para capacitar a los hombres
para el trabajo, se emplearan en ir por los caminos y vallados dando
el mensaje: “Venid, todo está dispuesto”.
Más luz para los que la usan
Los que obedecen la luz que tienen, recibirán luz de lo alto por-
que los mensajeros celestiales están esperando para cooperar con
los hombres en la tarea de amonestar a un mundo engañado y pe-
caminoso. Cuando los hijos de Dios se empeñen en esta obra con
verdadera aflicción de alma, se echará de ver un cambio decidido
en ciudades y aldeas. Este revolotear en torno de las iglesias para
afirmarlas, las induce a depender más del esfuerzo humano. Apren-
den a apoyarse en la experiencia de sus semejantes, y no hacen de
Dios su seguridad y eficiencia. Es tiempo de que las ciudades y los
pueblos por doquiera oigan la solemne amonestación: “He aquí que
[232]
viene con las nubes, y todo ojo le verá”. Preparaos para que seáis
hallados por él en paz.
Os ruego a vosotros a quienes Dios ha favorecido con el conoci-
miento de la verdad: Id a trabajar; hay obra que hacer por doquiera.
Los campos están blancos para la siega. Se necesitan precisamente
ahora sembradores y segadores. El tiempo que dedicáis para comu-
nicaros constantemente con aquellos que ya conocen el mensaje de
amonestación, no les dará ni siquiera una décima parte de la fuerza
que ellos recibirían si pusieran manos a la obra de impartir vida
para salvar a las almas que perecen. Los ángeles están esperando
para bendecir a los obreros consagrados. La parábola de la oveja
perdida debe ser una lección para cada alma que ha sido rescatada
de la trampa de Satanás. No hemos de revolotear sobre las noventa
y nueve, sino que hemos de ir a salvar a los perdidos, buscándolos
en los desiertos de las grandes ciudades y aldeas. En esta obra los
obreros serán inducidos a sentir su debilidad e irán corriendo a la
fortaleza. La presencia divina estará con ellos para darles fuerza