Página 207 - Testimonios para los Ministros (1979)

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Obreros dirigidos por Dios
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y valor, fe y esperanza. Los obreros leales serán colaboradores de
Dios.
Las amonestaciones que Cristo dio a Jerusalén no habían de
perecer con sus habitantes. Los juicios sobre Jerusalén eran un
símbolo de los acontecimientos relativos al juicio que efectuará
Cristo en el día final, cuando ante él sean reunidas todas las naciones.
“Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus
escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el
otro”.
Una obra para todo verdadero discípulo
Todo verdadero seguidor de Cristo tiene una obra que realizar.
Dios ha dado a cada uno su obra. Unos pocos están señalando ahora
el rollo de la profecía que se cumple rápidamente, y están procla-
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mando el mensaje: Preparaos, mostrad vuestra obediencia a Dios
guardando sus mandamientos. Este no es tiempo para que los men-
sajeros de Dios se detengan para apuntalar a aquellos que conocen
la verdad y que gozan de todas las ventajas. Vayan ellos a levantar
el estandarte y dar la amonestación: “¡Aquí viene el esposo; sa-
lid a recibirle!” Muchos de los que oigan el mensaje—la inmensa
mayoría—no creerán la solemne amonestación. Muchos serán halla-
dos desleales a los mandamientos de Dios, que son una prueba del
carácter. Los siervos de Dios serán llamados fanáticos. Los ministros
aconsejarán al pueblo a no escucharlos. Noé recibió el mismo trato
cuando el Espíritu de Dios lo impulsaba a dar el mensaje, ya fuera
que los hombres lo oyeran o no.
No importa cuando se produzca, el advenimiento de Cristo sor-
prenderá a los falsos maestros que dicen: “Paz y seguridad”; “todas
las cosas permanecen así como desde el principio”. Así dice la Pala-
bra de la inspiración: “Vendrá sobre ellos destrucción repentina”. El
día de Dios vendrá como una trampa sobre los que habitan sobre la
faz de toda la tierra. Viene como el ladrón que está al acecho. “Si el
padre de familia supiese a qué hora el ladrón habría de venir, velaría
y no dejaría minar su casa”. La vigilancia constante es nuestra única
seguridad. Debemos estar siempre listos para que ese día no nos
sorprenda como ladrón.