Página 210 - Testimonios para los Ministros (1979)

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Testimonios para los Ministros
¿Quién es el siervo fiel y prudente?
“¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente, al cual puso su señor
sobre su casa?” ¿Podemos nosotros contestar? ¿Soy yo el mayor-
domo fiel al sagrado cometido que se me confió? A cada uno se
le da una responsabilidad individual. Los atalayas tienen su obra
específica: advertir la presencia del peligro y dar la alarma. Los
soldados de la cruz de Cristo han de tener oídos aguzados para oír.
En su puesto de responsabilidad han de dar a la trompeta un sonido
certero a fin de que cada uno se ciña la armadura para la acción.
¿Qué obra estamos haciendo nosotros individualmente para el
Maestro? ¿Quién está revelando la verdad ante aquellos que se hallan
en las tinieblas del error? ¿Quién está publicando las palabras de
vida? Los enemigos de Cristo son muchos, aquellos que, mientras
pretenden ser justos, no tienen la justicia de Cristo. Se disfrazan
de ángeles de luz, pero son ministros de pecado. Este hecho debe
ser suficiente para conmover a toda alma e inducirla a la acción.
¿Quiénes son fieles mayordomos de la gracia de Cristo? ¿Quién está
haciendo una división sabia del trabajo, llamando al servicio activo
a toda alma que tiene un conocimiento inteligente de la verdad y
dando a cada uno una obra que hacer?
Las avanzadas han de ser guardadas. Ha de haber hombres que
defiendan la fortaleza, mientras las tropas de avanzada se empeñan
en la guerra activa. A cada uno le es dada su obra. No debemos
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hacernos eco de las palabras de los que se encuentran en el error,
sino que debemos inculcar las ideas de la verdad. Nuestra obra
consiste en beneficiar a nuestros semejantes. No debemos recorrer
la senda de los opositores de la verdad, sino anunciar el mensaje del
tercer ángel, que vuela en medio del cielo y da la nota de advertencia,
a saber, los mandamientos de Dios y el testimonio de Jesucristo.
Considerad estas palabras
Los que ahora no hacen nada llevarán esta inscripción: “Pesado
has sido en balanza, y fuiste hallado falto”. Conocieron la voluntad
de su Señor, pero no la hicieron. Tuvieron la luz de la verdad, dispu-
sieron de todas las ventajas, pero escogieron sus propios intereses
egoístas y se los dejará con los que no intentaron salvar. “Pero si
aquel siervo malo dijere en su corazón: Mi señor tarda en venir; y