Página 221 - Testimonios para los Ministros (1979)

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Métodos, principios y motivos correctos
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Se necesita contrición de alma cada día, y el Señor declara el gran
beneficio que reciben los que humillan su corazón y se esconden en
Cristo. “Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad,
y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y
con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu
de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados”.
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“Miraré a aquel que es pobre y humilde de espíritu, y que tiembla a
mi palabra”. “Cercano está Jehová a los quebrantados de corazón;
y salva a los contritos de espíritu”. “Este pobre clamó, y le oyó
Jehová, y lo libró de todas sus angustias. El ángel de Jehová acampa
alrededor de los que le temen, y los defiende”.
Dejad que los que odian la ley del Señor se enfurezcan y vuel-
quen sus anatemas contra los que tienen valor moral para recibir
y vivir la verdad. El Señor es nuestra fortaleza. Nuestra seguridad
estriba no en confiar en el yo, sino en permitir que el Señor sea quien
obre su voluntad en nosotros y por medio de nosotros. Mantengamos
un espíritu contrito y humilde, que el Señor lo vivificará.
El valor del consejo
La estima propia y la adulación de sí mismo con toda seguridad
despertarán en el corazón resentimiento contra cualquiera que se
aventure a objetar la conducta de alguien. Todo lo que parezca
consejo produce resentimiento e indignación como si tuviera el
propósito de herir y lastimar. Si se fomenta esta actitud, conducirá a
muchos males. Nadie se atreverá a deciros cuándo erráis, porque el
fiel será considerado enemigo. De este modo la cortesía que debe
existir entre los hermanos en la fe, muere a causa de la mala voluntad
con que se interpretan las palabras de consejo dadas en el temor
de Dios. Se interpretan mal las palabras, la imaginación exagera el
asunto y se produce la enemistad.
No obstante, no debemos sentirnos afectados por la actitud que
asuma un hermano. La suficiencia propia debe ser vencida. El amor
al aplauso debe ser considerado como una trampa. Siempre estamos
en peligro de cometer graves desatinos si confiamos en nuestra pro-
pia sabiduría y capacidad. Que esas cualidades revelen su verdadero
valor, y serán apreciadas.
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