Página 223 - Testimonios para los Ministros (1979)

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Métodos, principios y motivos correctos
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obra en que estamos empeñados. En la unión está la fuerza; en la
división, la debilidad y la derrota.
Dios está guiando a un pueblo y preparándolo para la traslación.
¿Estamos en guardia como centinelas de Dios los que desempeñamos
una parte en esta obra? ¿Estamos dispuestos a ser siervos de todos?
¿Estamos imitando al gran Modelo?
Métodos apropiados de trabajo
No se puede presentar la verdad de cualquier manera a la gente
de color, ni se puede aconsejar a los creyentes y a los que enseñan la
verdad que sean presuntuosos. Cuando llegue el tiempo de hacer en
los estados del sur lo que hicieron los tres héroes que rehusaron incli-
narse ante la estatua de Nabucodonosor, se harán decisiones en favor
o en contra de los mandamientos de Dios. No tenemos necesidad
de cerrar herméticamente nuestro camino. Será más difícil trabajar
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los numerosos campos que hasta ahora no hemos tocado. Nuestro
plan de acción es éste: No destaquéis los aspectos de nuestra fe que
pueden producir objeción, que se oponen más a los modos y costum-
bres de la gente, hasta que el Señor le dé a ésta amplia oportunidad
de saber que creemos en Cristo, en su divinidad y preexistencia.
Refirámonos ampliamente al testimonio del Redentor del mundo.
“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas
en las iglesias”. Se necesita vigilar estrictamente la palabra que la
pluma escribe sobre el papel. Que el Señor nos ayude a aprender en
la escuela de Cristo su mansedumbre y humildad.
Si la Majestad del cielo vigiló cada una de
sus
palabras para
no incitar
él mismo
a Satanás y los ángeles caídos, ¡cuánto más
cuidadosos debiéramos ser
nosotros
en todas las cosas!
Principios correctos
Debo dirigirme a mis hermanos de cerca y de lejos. No puedo
guardar silencio. No están actuando de acuerdo con principios co-
rrectos. Los que ocupan cargos de responsabilidad no deben creer
que los puestos importantes los convierten en hombres infalibles.
Todas las obras de los hombres están bajo la jurisdicción del Señor.
Habrá seguridad plena si los hombres consideran que hay conoci-
miento en el Altísimo. Los que confían en Dios y en su sabiduría