Página 229 - Testimonios para los Ministros (1979)

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Métodos, principios y motivos correctos
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vuestras manos de la obra a menos que podáis distinguir entre el
fuego sagrado y el común.
No todos los que han figurado como hombres representativos
han sido caballeros cristianos. Prevalece la actitud de dominar sobre
los demás. Esos hombres creen que están investidos de autoridad, y
expresan sus opiniones y toman decisiones acerca de asuntos de los
cuales no saben nada. Algunos de los que están relacionados con la
casa editora pasan por las oficinas, hablan con diferentes personas,
dan instrucciones que creen les corresponde dar, cuando en realidad
no entienden de qué están hablando.
Injusticia y falta de honradez
Se han cometido grandes injusticias y aun se ha incurrido en
falta de honradez cuando se han presentado en reuniones de junta
algunos asuntos ante ciertas personas que no tenían una experiencia
que los capacitara para ser jueces competentes en la materia. Se han
sometido algunos manuscritos a la consideración de ciertos hom-
bres, cuando los ojos de su entendimiento estaban tan cegados que
no podían discernir la importancia espiritual del tema que estaban
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tratando. Es más, no tenían verdadero conocimiento acerca de la
preparación de libros. No habían tenido ni instrucción ni práctica en
el ramo de la producción literaria. Ha habido hombres que se han
expresado acerca de libros y manuscritos puestos imprudentemente
en sus manos, en circunstancias que no debieron haber aceptado nin-
guna responsabilidad de ese tipo. Habría sido una manifestación de
honradez de su parte si hubieran dicho: “No he tenido experiencia en
este trabajo, y ciertamente sería injusto conmigo mismo y con otros
si diera mi opinión. Perdónenme, hermanos; en lugar de instruir a
otros, yo necesito que alguien me enseñe”. Pero esto estuvo lejos de
sus pensamientos. Se expresaron desembozadamente con respecto
a temas de los cuales no sabían nada. Se han aceptado como de
sabios algunas conclusiones que no eran otra cosa sino opiniones de
novicios.
Ha llegado el tiempo cuando en el nombre de Dios y con su
poder, la iglesia debe obrar para el bien de las almas y para la honra
del Altísimo. La carencia de una fe firme y de discernimiento en
las cosas sagradas debieran ser causas suficientes para separar a