Página 235 - Testimonios para los Ministros (1979)

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Métodos, principios y motivos correctos
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tristeza que Jesús dirigió a Pedro no fue desesperada; quebrantó el
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corazón de Pedro, que había negado a su Señor.
Pero Pedro se convirtió y luego, después de la crucifixión y
la resurrección de Cristo, cuando compareció ante los dirigentes,
se puso valientemente de parte de Jesús y acusó a esos hombres
con estas palabras: “Mas vosotros negasteis al Santo y al Justo, y
pedisteis que se os diese un homicida, y matasteis al Autor de la
vida”. En esa ocasión Pedro puso de manifiesto que después de
su conversión llegó a ser un hombre completamente diferente del
hombre jactancioso y confiado en sí mismo que antes había sido.
Presenté ante ellos la voz del mundo, los enemigos de Cristo,
que dijeron a los mensajeros del Señor que no enseñaran en ese
Nombre ni los culparan por su muerte. ¿Dio resultado esa amenaza?
¿Acobardó a los testigos de Cristo? No; proclamaron el mensaje que
Dios les había confiado y fueron encerrados en la cárcel; pero Dios
envió a su ángel para librarlos. El ángel del Señor abrió en la noche
las puertas de la cárcel y, sacándolos, dijo: “Id, y puestos en pie en el
templo, anunciad al pueblo todas las palabras de esta vida”. La voz de
los ángeles celestiales se oponía directamente a la de las autoridades
y, ¿a cuál de ellas debían obedecer? “Respondiendo Pedro y los
apóstoles dijeron: Es necesario obedecer a Dios antes que a los
hombres. El Dios de nuestros padres levantó a Jesús, a quien vosotros
matasteis colgándolo en un madero. A éste, Dios ha exaltado con
su diestra por Príncipe y Salvador, para dar a Israel arrepentimiento
y perdón de pecados. Y nosotros somos testigos suyos de estas
cosas, y también el Espíritu Santo, el cual ha dado Dios a los que
le obedecen. Ellos, oyendo esto, se enfurecían y querían matarlos”.
Entonces Gamaliel, un doctor de la ley, intercedió en favor de los
apóstoles, y sus palabras prevalecieron. Bien, éstas son algunas de
las palabras que el Señor me dio para que las transmitiera a los
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hermanos.
Cómo tratar al que yerra
Las palabras que se me dieron eran de la clase que yo sabía que
la gente necesitaba, y que la beneficiaría si les prestaban atención.
Un discurso se refería a cómo tratar a los que están unidos con
nosotros en la obra de la iglesia, cuando yerran. No deberían per-