Página 240 - Testimonios para los Ministros (1979)

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Testimonios para los Ministros
disimulados, ocultos a la vista, pero llenos de podredumbre. El Se-
ñor odia todo engaño, sigilo e insidia. Esa es la obra de Satanás. La
obra de Dios es abierta y franca. Que nadie actúe contra un hijo de
Dios apoyándose en el testimonio del enemigo del Señor y obrando
como Satanás: ocultándose y, sin embargo, sugiriendo, instigando,
planeando, en perfecta armonía con los enemigos del Señor.
¿Cómo puede considerar el universo del cielo esa obra disimu-
lada y cobarde contra los que aman a Dios y guardan sus manda-
mientos? Los miembros de la iglesia pueden cometer errores y a
menudo lo hacen; pero debemos tratarlos con bondad, con ternura,
como Cristo nos trató. Pero la reprensión de Dios cae sobre todos los
que hacen la obra de Dios engañosamente, profesando ser amigos
de Cristo y, sin embargo, trabajando solapadamente, en las tinieblas,
contra los que aman a Dios. “Hermanos, si alguno fuere sorpren-
dido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con
espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú
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también seas tentado”.
Esta es nuestra obra, hermanos. ¿La haremos? Tan poco de esto
se hace que estas palabras del Testigo Fiel se dirigen a la iglesia:
“Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor. Recuerda, por
tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras;
pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si
no te hubieres arrepentido”.
“Jehová te reprenda, oh Satán”
“Me mostró al sumo sacerdote Josué, el cual estaba delante del
ángel de Jehová, y Satanás estaba a su mano derecha para acusarlo. Y
dijo Jehová a Satanás: Jehová te reprenda, oh Satanás; Jehová que ha
escogido a Jerusalén, te reprenda. ¿No es éste un tizón arrebatado del
incendio? Y Josué estaba vestido de vestiduras viles, y estaba delante
del ángel”. Así se presentó Satanás. Había engañado a esas almas
con sus mentiras y artificios. Pero se habían arrepentido delante de
Dios, y el perdón estaba escrito frente a sus nombres. Satanás los
estaba acusando de pecados y reclamando su derecho de hacer lo
que quisiera con ellos, debido a las transgresiones que él mismo los
había inducido a cometer. Pero Jesús contempló con la más tierna y
amorosa compasión a esas almas que creían en él y que confiaban