Página 242 - Testimonios para los Ministros (1979)

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Testimonios para los Ministros
enemigo de Dios. Aunque todos deben trabajar con Cristo para
transformar a los hijos de las tinieblas, señalándoles el Cordero de
Dios que quita el pecado del mundo, no pueden tener una simpatía
tan desbordante por los mundanos, que pongan su influencia de
parte de ellos para llevar a cabo sus sugerencias de debilitar a los
escogidos de Dios y cometer injusticias contra ellos. El Señor no
obra de esa manera. En la unidad perfecta y cabal está la fortaleza.
No por la cantidad, sino por la perfecta confianza y unidad con
Cristo, uno puede perseguir a mil, y dos poner en fuga a diez mil.
No entablemos relaciones impías con los amigos del mundo, porque
Dios las ha maldecido. Manténgase firme el pueblo de Dios de parte
de la verdad y la justicia. Ya vemos las terribles consecuencias que
produce la unión de los creyentes con los incrédulos. El resultado es
que éstos reciben la confianza que corresponde sólo a los que aman
y reverencian a Dios.
Ya el poder de las tinieblas ha puesto su sello y su inscripción
sobre la obra que debiera aparecer inmaculada y sin la contami-
nación que producen los arteros engaños de Satanás. Levantemos
nuestra voz de advertencia contra el plan de atraer a la gente a
nuestras reuniones sociales por medio de métodos mundanos, tales
como remates y otros atractivos semejantes. Apartaos. No toquéis lo
inmundo. No se gobierne el pueblo de Dios por medio de la orienta-
ción y las propuestas del mundo. ¡Ay de aquel cuya sabiduría no es
de lo alto sino de abajo! Hombres de piedad superficial, en su deseo
de obtener apoyo y fama, traicionan los más sagrados intereses en
beneficio de los incrédulos.
No se obtenga dinero por medio de maniobras sucias o sancio-
nándolas. Si los obreros, aunque sean pocos, tienen la gracia de
Cristo en el corazón, Dios puede obrar con ellos en nuestras insti-
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tuciones, y tendrán éxito. No debe operar ningún poder engañador,
porque eso es sucio. No debe haber manos contaminadas. Dios acep-
tará las manos limpias y el corazón puro. “Porque así dijo el Alto y
Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo
habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de
espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar
el corazón de los quebrantados”
[
Estudio adicional: (
El Colportor Evangélico, 7
), subtítulo “Absoluta honradez”;
Joyas de los Testimonios 1:508-512
;
Testimonios para la Iglesia 2:371, 372
;
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