Página 248 - Testimonios para los Ministros (1979)

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Testimonios para los Ministros
que esto pueda ocurrir, Dios exige que se presente como ofrenda
consagrada a él toda facultad intelectual y física.
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Sin embargo, algunos hombres, tan pronto como se los coloca en
puestos sagrados y de confianza, se consideran a sí mismos grandes
hombres. Y este pensamiento, si se alberga en el alma, elimina
el deseo de iluminación divina, que es lo único que puede hacer
grandes a los hombres. Los que asumen esta actitud, eliminan toda
posibilidad de lograr la verdadera grandeza, porque no llegan a
recibir la luz del Sol de justicia.
Pero los hombres no pueden extinguir la luz de la vida, aunque
cierren firmemente los ojos para no verla. El Sol de justicia sigue
brillando a pesar de que el pobre e insensato instrumento humano se
rodee de tinieblas creadas por él mismo.
Peligros especiales que corren los que ocupan cargos de
responsabilidad
Los hombres que cierran los ojos frente a la luz divina, descono-
cen en forma deplorable tanto las Escrituras como el poder de Dios.
No les gusta la obra del Espíritu Santo, y atribuyen al fanatismo sus
manifestaciones. Se rebelan contra la luz y hacen todo lo posible
para eliminarla. Llaman a las tinieblas luz y a la luz, tinieblas. Se
quejan de que las enseñanzas de Cristo producen un entusiasmo
indebido y fanatismo, y que incapacitan a los que las reciben para
cumplir los deberes propios de la vida.
Los que albergan y expresan esta creencia no saben de qué están
hablando. Están albergando amor a las tinieblas; y mientras esas
almas carentes de Cristo permanezcan en puestos de responsabilidad,
la causa de Dios estará en peligro. Están en peligro ellos mismos de
aferrarse tan firmemente del tenebroso conductor de toda rebelión,
que nunca podrán ver la luz. Y mientras más tiempo se los retenga,
más remota será su posibilidad de recibir a Cristo o de conocer al
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Dios verdadero. ¡Con cuánta incertidumbre envuelven ellos todo
lo que es espiritual y progresivo con respecto a la verdad! Bajo
la influencia de su jefe, reafirman su decisión de obrar en contra
de Cristo. Pero ya sea por medio de un buen o un mal informe, a
través de las tinieblas y de toda la enemistad de los instrumentos de
Satanás, el Sol de justicia sigue brillando apaciblemente, buscando el