Página 249 - Testimonios para los Ministros (1979)

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A los hermanos que ocupan puestos de responsabilidad
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mal, reprimiendo el pecado y reanimando el espíritu de los humildes
y contritos. “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida
eterna”.
Una experiencia cristiana diaria es esencial
El verdadero valor de los hombres que ocupan cargos de res-
ponsabilidad se manifiesta cuando tienen una experiencia cristiana
diaria en las cosas de Dios. Las palabras de Cristo son música para
ellos. “Pero cuando venga el Consolador, a quien os enviaré del
Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testi-
monio acerca de mí. Y vosotros daréis testimonio también porque
habéis estado conmigo desde el principio”. Si los hombres aceptaran
el ministerio del Espíritu Santo—el más rico don que Dios puede
dispensar—impartirían bendiciones a todos los que se relacionan
con ellos.
Pero Dios no puede revelarse por medio de algunos a quienes se
ha confiado responsabilidades. No puede convertirlos en canales por
medio de los cuales puedan fluir su gracia, su compasión y su amor,
porque insultan su bondad al exhibir un espíritu dominante hacia
los que consideran que están errados y que necesitan reprobación,
y eclipsan el amor y la misericordia de Cristo por medio de sus
propias pasiones no santificadas. Permiten que el enemigo de todo
lo bueno gobierne sus corazones, y sus vidas revelarán sus atributos.
Pretenden que la Palabra de Dios los dirige, pero por medio de sus
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actos dicen: “No queremos tu camino, sino el nuestro”.
Mediante sus palabras, sus obras y su espíritu, los que siguen
tal conducta están dando lugar a que se anote en los libros del cielo
un registro con el cual no querrán encontrarse en el futuro; porque
Dios no les asigna el valor que ellos se atribuyen a sí mismos. Están
abusando de las oportunidades que se les dan de ser probados, y
están descuidando lamentablemente los importantes privilegios que
se les han concedido. Aunque no encuentran nada en la Palabra
de Dios que apoye sus actos o respalde sus opiniones, persisten en
seguir su propio camino. En ese día cuando se juzgue a todos, se
pronunciará contra ellos la siguiente sentencia: “Pesado has sido en
balanza y fuiste hallado falto”.