Página 250 - Testimonios para los Ministros (1979)

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Testimonios para los Ministros
La mayordomía
Dios puede confiar a los hombres dinero y posesiones, pero no
deben ensoberbecerse a causa de ello. Todo lo que tienen lo han
recibido en custodia: Dios se los ha prestado para que desarrollen
un carácter semejante al suyo. Están siendo sometidos a prueba. El
Señor quiere ver si son dignos de las riquezas eternas. Si emplean
los bienes de su Señor para ubicarse por encima de sus semejantes,
demostrarán que son indignos de un lugar en el reino de Dios. En
el gran día del ajuste final de cuentas oirán estas palabras: “Pues
si en las riquezas injustas no fuisteis fieles, ¿quién os confiará lo
verdadero? Y si en lo ajeno no fuisteis fieles, ¿quién os dará lo que
es vuestro?”
Pero si los que han sido hechos mayordomos por el Señor consi-
deran sus tesoros como dones suyos, y tratan de manifestar compa-
sión, simpatía y amor por sus semejantes, estarán en armonía con
el carácter de Dios, quien dio a su Hijo unigénito para que muriera
por salvarlos. Si valoran las almas de la raza humana según el precio
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pagado por su redención, no obrarán de acuerdo con sus impulsos
naturales, sino que manifestarán los atributos de la mente y la vo-
luntad de Dios, y serán canales por medio de los cuales podrán fluir
hacia la humanidad los generosos y amantes sentimientos de Dios.
El papel de la desgracia y la adversidad
El Señor ha permitido que la desgracia sobreviniera sobre los
hombres, que la pobreza los oprimiera, que la adversidad los afligie-
ra, para probar a los que ha puesto en circunstancias más favorables.
Y si manifiestan fidelidad aquellos a quienes ha confiado sus bienes,
declara que serán dignos de andar con él vestidos de blanco, como
reyes y sacerdotes de Dios. “El que es fiel en lo muy poco, también
en lo más es fiel; y el que en lo muy poco es injusto, también en lo
más es injusto”.
“Desechando, pues, toda malicia, todo engaño, hipocresía, envi-
dias y todas las detracciones, desead como niños recién nacidos la
leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salva-
ción, si es que habéis gustado la benignidad del Señor. Acercándoos
a él, piedra viva, desechada ciertamente por los hombres, mas para
Dios escogida y preciosa, vosotros también, como piedras vivas,