Página 251 - Testimonios para los Ministros (1979)

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A los hermanos que ocupan puestos de responsabilidad
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sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer
sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo.
Por lo cual también contiene la Escritura: He aquí pongo en Sion
la principal piedra del ángulo, escogida, preciosa: Y el que creyere
en él no será avergonzado. Para vosotros, pues, los que creéis, él es
precioso; pero para los que no creen, la piedra que los edificadores
desecharon, ha venido a ser la cabeza del ángulo y piedra de tro-
piezo y roca que hace caer, porque tropiezan en la palabra, siendo
desobedientes; a lo cual fueron también destinados. Mas vosotros
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sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido
por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de
las tinieblas a su luz admirable”.
El puesto no puede santificar
¿Puede aceptar Dios los sacrificios espirituales que se le ofren-
dan, cuando los hombres ubicados en puestos de gran responsabili-
dad se magnifican a sí mismos y deshonran a Dios? Esto se ha hecho
y Dios considera con desagrado ese proceder. En lugar de crecer en
Cristo, la cabeza viviente, para revelar sus atributos divinos ante el
mundo, han crecido en la dirección de la tierra. Se le ha dado gran
importancia al yo, y el egoísmo se ha mezclado con su obra. No se
ha visto devoción a Dios ni se ha desarrollado la vida espiritual en
Cristo Jesús.
Dios no puede otorgar su sabiduría a los hombres que consideran
su puesto como excusa suficiente para apartarse de los principios
bíblicos a fin de volverse a su propio juicio finito, como si un cargo
en la obra del Señor les diera libertad de palabra y los facultara
para tomar resoluciones e idear planes y métodos que no están de
acuerdo con la voluntad de Dios. Los tales necesitan aprender que
el puesto elevado no puede santificar el corazón. Dios les permite
conservar su puesto para poder probarlos a fin de ver si van a revelar
el carácter de Dios, o el de la humanidad débil y finita, que nunca ha
estado totalmente bajo la disciplina de Dios; pero el puesto no tiene
poder para desarrollar el carácter de un hombre. Depende totalmente
de éste manifestar si se manejará a sí mismo—lo que significa que
Satanás lo manejará—o si será dirigido por el Espíritu Santo.