Página 254 - Testimonios para los Ministros (1979)

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Testimonios para los Ministros
do su desacuerdo con ellos; porque los testimonios no coinciden con
sus opiniones; por el contrario, reprueban todo vestigio de egoísmo.
Los perjuicios de la centralización
[
veasé el Apéndice.
] Todo lo que se ha planeado con respecto a
la centralización de la obra, pone de manifiesto que ciertos hombres
están tratando de aferrarse del cetro del poder y de ejercer dominio
sobre las mentes humanas. Pero Dios no obra con ellos cuando
trazan esos planes, y la voz que ahora tienen en la causa de Dios
no es la del Señor. Han demostrado que son totalmente indignos de
ocupar el puesto de sabios administradores, porque emplean su poder
para privar a los hombres de sus derechos con el fin de beneficiarse
a sí mismos. Ha habido casos de aparente generosidad, pero Dios
conoce los motivos que los han impulsado y no aceptará sus ofrendas
hasta que se arrepientan y se conviertan en hacedores concienzudos
de su Palabra.
La unidad divina es necesaria
Hay mucha necesidad de unidad en la obra y en la causa de
Dios. Pero por mucho tiempo se han ejercido influencias tendientes
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a crear desafecto. Y los hombres que creen tener el poder en las
manos, se preocupan poco por ello. Se dicen a sí mismos: “Cuando
logremos concretar estos planes de centralización, les mostraremos
quién manda aquí. Entonces pondremos las cosas en su sitio”. Pero
nunca podrán hacer esa obra.
Como individuos y como miembros de la iglesia de Dios, nece-
sitamos comprender la obra especial que se nos ha encomendado.
Pablo escribe a Timoteo: “Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina;
persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los
que te oyeren”. Tenemos una obra muy importante ante nosotros. “A
mí, que soy menos que el más pequeño de todos los santos—escribe
Pablo—, me fue dada esta gracia de anunciar entre los gentiles el
evangelio de las inescrutables riquezas de Cristo, y de aclarar a todos
cuál sea la dispensación del misterio escondido desde los siglos en
Dios, que creó todas las cosas; para que la multiforme sabiduría de
Dios sea ahora dada a conocer por medio de la iglesia a los princi-