Página 255 - Testimonios para los Ministros (1979)

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A los hermanos que ocupan puestos de responsabilidad
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pados y potestades en los lugares celestiales, conforme al propósito
eterno que hizo en Cristo Jesús nuestro Señor”.
“Hijo del hombre, yo te he puesto por atalaya a la casa de Israel;
oirás, pues, tú la palabra de mi boca, y los amonestarás de mi parte.
Cuando yo dijere al impío: De cierto morirás; y tú no lo amonestares
ni le hablares, para que el impío sea apercibido de su mal camino
a fin de que viva, el impío morirá por su maldad, pero su sangre
demandaré de tu mano. Pero si tú amonestares al impío, y él no se
convirtiere de su impiedad y de su mal camino, él morirá por su
maldad, pero tú habrás librado tu alma”. “Cuando yo dijere al justo:
De cierto vivirás, y él confiado en su justicia hiciere iniquidad, todas
sus justicias no serán recordadas, sino que morirá por su iniquidad
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que hizo. Y cuando yo dijere al impío: De cierto morirás; si él se
convirtiere de su pecado, e hiciere según el derecho y la justicia, si
el impío restituyere la prenda, devolviere lo que hubiere robado y
caminare en los estatutos de la vida, no haciendo iniquidad, vivirá
ciertamente y no morirá. No se le recordará ninguno de sus pecados
que había cometido; hizo según el derecho y la justicia; vivirá cier-
tamente. Luego dirán los hijos de tu pueblo: No es recto el camino
del Señor; el camino de ellos es el que no es recto. Cuando el justo
se apartare de su justicia, e hiciere iniquidad, morirá por ello. Y
dijisteis: No es recto el camino del Señor. Yo os juzgaré, oh casa de
Israel, a cada uno conforme a sus caminos”.
La obra de salvar almas es la más importante de todas
La salvación de las almas reviste un interés infinitamente supe-
rior a toda otra actividad de nuestro mundo. Toda persona que haya
sido puesta bajo la influencia de la verdad y que se haya convertido
por la fe en participante del amor de Cristo, ha sido señalada por
Dios, por ese mismo hecho, para salvar a otros. Tiene una misión
que cumplir en el mundo. Ha de ser un colaborador de Cristo, para
dar a conocer la verdad como es en Jesús. Y cuando los hombres, en
cualquier ramo de la obra de Dios en que se encuentren, tratan de
someter a su dominio las mentes y los talentos de los instrumentos
humanos del Señor, se arrogan atribuciones sobre sus semejantes
que no pueden mantener sin cometer injusticia e iniquidad. El Señor