Página 257 - Testimonios para los Ministros (1979)

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A los hermanos que ocupan puestos de responsabilidad
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afirman? ¿No podrían otros hombres, que dan tanta evidencia como
ellos de que el Señor los guía y les enseña, descubrir alguna decla-
ración en el trabajo de estos señores que no concuerda plenamente
con el punto de vista de ellos, y ordenarles que la eliminen?
¿No ha sido suficiente nuestra experiencia pasada en estas co-
sas? ¿Aprenderemos alguna vez las lecciones que Dios quiere que
aprendamos? ¿Nos daremos cuenta alguna vez de que nadie nos ha
encomendado las conciencias de los hombres? Si habéis nombrado
comisiones para que realicen la obra que se ha estado haciendo
durante años en Battle Creek, disolvedlas, y recordad que Dios, el
Dios infinito, no ha puesto a nadie en el sitio que ellos ocuparon en
Minneápolis y que han ocupado desde entonces.
No podemos ser conciencia de nuestros hermanos
Me preocupa mucho que los hombres pretendan ser conciencia
de sus semejantes. Apartaos del camino y permitid que Dios ma-
neje sus propios instrumentos. Algunos han hecho una obra por la
cual Dios los llamará a cuenta. Les preguntará: “¿Quién puso esa
responsabilidad en las manos de ustedes?”
No me siento libre de poner mis escritos en manos de hombres
que creen que su tarea consiste en desempeñar el papel de censores
de sus hermanos. Hermanos míos, que ocupáis cargos de confianza,
¿no percibiréis vuestras propias deficiencias y no os pondréis toda
la armadura de justicia? ¿No vigilaréis ni criticaréis tan minucio-
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samente vuestros propios espíritus, caracteres y palabras, como lo
hacéis con los demás, no sea que deshonréis a Dios y presentéis su
verdad en forma distorsionada? Vuestro discernimiento se agudiza-
ría muchísimo si lo hicierais. La verdad, la Palabra viviente, sería
como fuego en vuestros huesos, para resplandecer nítida e incon-
fundiblemente y representar a Cristo ante el mundo. “Así alumbre
vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas
obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”.
¿No se da cuenta ninguno de los que quieren ser censores adónde
van al pretender controlar a los demás? ¿Dónde quedó su clara visión
espiritual? ¿Cómo pudieron ver la mota en el ojo de un hermano,
mientras tenían una viga en el propio? ¡Oh, si alguna vez hubo un
templo en la tierra que necesitó purificación, las instituciones de