Página 26 - Testimonios para los Ministros (1979)

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Testimonios para los Ministros
en su totalidad los derechos de autor que les correspondían. De
esa manera la editorial, por supuesto, ganaba más. Se alegaba que
los que ocupaban cargos administrativos en la editorial estaban en
mejores condiciones para comprender las necesidades de la causa
y para usar provechosamente las ganancias producidas por la venta
de publicaciones, que los autores de los libros. Se creía que éstos
no estaban en condiciones de administrar debidamente el dinero
que podría haberles llegado en conceptos de derechos de autor. En
varios mensajes Elena G. de White, al escribir a las personas que
ocupaban cargos administrativos, señaló que el egoísmo motivaba.—
Testimonies for the Church 7:176 a 180
.
El presidente de la Asociación General publica los testimonios
La influencia de los métodos egoístas y absorbentes, el ejercicio
del “poder real”—como lo calificó Elena G. de White—resultó con-
tagioso. El pastor Olsen, presidente de la Asociación General, con la
esperanza de contrarrestar esta mala influencia, puso a disposición
de los ministros de la iglesia muchos de los mensajes de consejo
que recibieron tanto él como otros dirigentes de Battle Creek en esa
época crítica. Esos mensajes, publicados en forma de folletos, fueron
enviados como instrucción especial para los ministros y obreros. A
menudo el prefacio estaba constituido por fervientes declaraciones
firmadas por el presidente de la Asociación General o por la Junta
Directiva. En la introducción del pastor Olsen al segundo de estos
folletos numerados, escrita alrededor de 1892, declara: “Sentimos
el deber de enviarles algunas selecciones de escritos recientes de la
Hna. Elena G. de White que todavía no se han impreso, como asi-
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mismo de llamarles la atención a algunos extractos muy importantes
de escritos que ya han sido publicados. Lo hacemos con el propósito
de refrescar las mentes de ustedes con las verdades contenidas en
esos mensajes. Son dignos de la más cuidadosa consideración...
“Por más de tres años el Espíritu de Dios ha estado invitando
especialmente a nuestros ministros y hermanos para que dejen a
un lado el manto de la justicia propia y busquen la justicia de Dios
por fe en Jesucristo. Pero, ¡oh, cuán lentos y vacilantes hemos si-
do!... El testimonio y las fervientes súplicas del Espíritu de Dios no
han encontrado en nuestros corazones la respuesta que Dios quería